Sister Carol dirigió durante unos años Kwetu Home of Peace, la iniciativa de las Sisters de María Inmaculada de Eldoret en la que rescatan niños de la calle y que tanto bien hace. El año pasado le pidieron que fuera a Kitengela, una pequeña ciudad a treinta kilómetros de Nairobi. Allí, con otras monjas, tenía el encargo de tratar de poner en marcha algo muy ilusionante: Dorothea Rescue Centre, una iniciativa similar a Kwetu, esta vez dirigida a niñas que vivirán en la calle.
Dorothea rescue Centre: ahora casi está terminado
Imaginaos: vivir en la calle, a los siete, diez, catorce años, refugiado bajo un puente o en una cañería, drogándose, comiendo de las basuras, sufriendo abusos de chicos más mayores o violencia en manos de algunos policías. Imaginaos el miedo, y el desastre en el desarrollo de la personalidad y de la educación.
Ahora la misma idea, pero siendo niñas: es verdad que son menos, pero son mucho más vulnerables.
Animamos a Sister Carol con su proyecto pero, en nuestro empeño por no generar ningún tipo de dependencia con Karibu Sana, le dijimos que no le podíamos ayudar económicamente a la construcción: mucho dinero, no era nuestra finalidad, tenía que encontrar otros donantes.
Lo ha hecho. Terminada la construcción del edificio, nos escribió para preguntar si podríamos ayudar a amueblar los dormitorios: literas (20), colchones (40), sábanas (80), toallas (80), zapatillas (20)… Le contesté a vuelta de correo que sí, pero que no le ayudaríamos, sino que pagaríamos todo. En total, 7.700 euros.
Les hemos pedido que añadan juegos y muñecas
¿Cómo podríamos pagarlo? Con la generosidad de los donantes de Karibu Sana. Este proyecto, tan específico, era perfecto para pedírselo a una persona concreta (llamémosla ‘Gonzalo’, que no es su nombre), empresario brillante, y con una conciencia social que a mí me da envidia. Tomamos un café, realicé la exposición de motivos, y aceptó encantado. Así podremos aplicar el resto de nuestros ingresos a matrículas de colegios, y colaborar con Sister Carol y sus hermanas a rescatar a estas niñas.
Las aventuras comienzan pequeñas, pero crecen y crecen hasta hacer cosas grandes.
Con una pequeña ayuda mensual se pueden hacer milagros.
24 niños de Eldoret
Primero escribe Sister Lucy. Es una monja que vive en Eldoret (a 250 kilómetros de Nairobi) y que atiende a un grupo de 18 niñas y niños paupérrimos. Pertenece a la misma orden que las Sisters que atienden a los niños de la calle en Kwetu, y nos escribió en 2020 pidiendo ayuda. Nos dice:
«Querido Javier, nuestro espónsor, ¿cómo estás? Te tenemos siempre en nuestras oraciones. Los niños se encuentran bien y todos están yendo al colegio con éxito. Es la primera vez en sus vidas en la que nuestros niños terminaran un trimestre de clases sin que les manden a casa por falta de pago de los costes de la matrícula. Nos faltan las palabras para daros las gracias. Ojalá Dios, que ve lo que se hace en lo escondido, os recompense abundantemente, y a ti te dé fuerzas y buena salud. Rezo para que un día Dios te permita venir a visitarnos y que veas cómo habéis llenado de sonrisas las caras de estos niños tan necesitados. He experimentado impresionantes mejoras en su rendimiento escolar. Al final de mes cerrarán los colegios en Kenia por final de trimestre y os haré llegar sus calificaciones a través de Michael Babu».
Primera vez en sus vidas que van a clase sin la angustia de que les echen…, ¡ahí lo dejo! Eso es lo que significa que, a través de Karibu Sana, estamos haciendo milagros.
¡Cómo han crecido! ¡Qué contentos están de ir a clase!
69 niños desde Kwetu
Nos envían fotos y datos desde Kwetu. El año pasado se cerraron los colegios en marzo. Era u grandísimo reto para estos chicos. El motivo de que les llevemos a internados es que las familias de casi todos ellos son un desastre: el 70% de los que eran rescatados por Kwetu volvían a la calle a los dos meses de haber regresado a casa. Nos encargamos de 69. Teníamos preocupación por saber cuántos habríamos perdido en los últimos 9 meses. Respuesta del informe: ¡ninguno!
Se han reincorporado al colegio 64. Los 5 que faltan están haciendo formación profesional, con la excepción de uno que está ya en la universidad. Y eso que los padres de dos de las familias fueron detenidos durante ese tiempo por problemas relacionados con las drogas. Esto es otro milagro. Me envían fotos de los chicos: yo les conocí con 12 o 13 años. Ahora tienen 16 o 17, y están gigantes. Y felices. Y tienen al alcance de la mano una grandísima oportunidad gracias a vosotros.
Antes de entrar en clase
En otro orden de cosas, han sufrido lluvias torrenciales. Han afectado a la granja que tratamos de que les ayude a ganar independencia económica en el proyecto de rescate de niños de la calle. Los destrozos son grandes, pero no cejan: buscarán ayuda para reparar lo roto. Y la venta de leche produce ingresos.
También me informan del fallecimiento de Sister Ángela, que era la directora de Kwetu cuando empecé a conocerles. Una mujer muy buena, de carácter, que entregó su vida por los más necesitados. ¡En gloria esté!
Los plátanos se han roto
¡Y los invernaderos!
Por último, Sister Jane Rose me informa de que acaban de rescatar a 18 niños más: una nueva promoción que comienza un camino de esperanza que va a durar muchos años
Y Victor
Por último, me llega un mensaje de Víctor, el primer beneficiario del Proyecto Karibu Sana. Esta interno en un colegio. Ha convencido a una profesora para que me envíe fotos de los mensajes que él redacta en un papel. Pongo en cursiva sus expresiones en castellano:
«Querido padre,
Qué tal? Te quería comentar que acabo de terminar mis exámenes. Y quería que me envíes palabras en español y su significado. Escribe todas las que puedas.
Te queiro. Gracias por todo. Adio’s.
Tu querido nino.
Victor»
¡Asombroso Victor!
Y es que, con una pequeña ayuda mensual se pueden hacer milagros.
El día 4 de enero abrieron los colegios en Kenia. Llevaban cerrados desde marzo, por culpa de la Covid. Si bien no ha golpeado con tanta fuerza como aquí, sí que se tomaron medidas de prevención, más teniendo en cuenta que es un país con pocos respiradores y (me temo) a la cola en el orden de vacunaciones… El gobierno cerró todo, propuso que se usara mascarilla, l gente compró una mascarilla que vendrá durando meses, y como nadie tiene ahorros, al segundo día de confinamiento hubo que ponerse a buscar comida.
Moses Javier en el infantil de la Parroquia de Guadalupe, llevada por sacerdotes mexicanos
Para Karibu Sana ha sido un periodo especial: al no haber clases, no teníamos que pagar colegios. ¿Qué hemos hecho? Ayudar a algunas familias, ayudar a algún colegio por ejemplo a pagar la renta de la parcela que ocupan porque si no les cerraban, ayudar enviando dinero para que pudieran pagar algo de sueldo a unos maestros que se habían quedado sin ningún ingreso…, y ahorrar para cuando se retomaran las clases.
393 y dos ejemplos especiales
Así, el día 4 empezaron de nuevo la escuela. ¿Cuántos niños y niñas cuidamos ahora desde Karibu Sana? La impresionante cifra de 393 estudiantes. ¡393! Hace poco más de cinco años empezamos con uno, enseguida siete, en enero de 2016 eran 25. ¡393! Un auténtico sueño.
Entre ellos hay dos grupos amplios:
1º pagamos el coste de escolaridad de 80 alumnos en Desert Streams of Kibera. Dejamos que sea el colegio el que distribuya las ayudas como vea. Les hemos puesto dos condiciones: que nos informen de su esfuerzo por hacer que las familias y otras fuentes colaboren en el sostenimiento de la educación de sus 250 alumnos; que prioricen el uso de nuestro dinero en pagar a los profesores. Con esta política han conseguido profesores cada vez mejores y muy comprometidos con su tarea: antes había muchos meses que no cobraban, y la mitad de su tiempo lo dedicaban a buscar otro trabajo. Ahora están centrados en las clases, y contentos con lo que ganan. Fijaos: han pasado de 60€ al mes, que no siempre llegaban, a 120€ que llegan seguro. Nuestra ayuda hace que Desert Streams sea una escuela que funciona.
2º pagamos el colegio de 105 chicos y chicas del slum de Mathare. Antes les ayudaba una ONG chilena que ha desaparecido por la crisis de ese país de Sudamérica. Nos lo propusieron y no quisimos dejarles abandonados. En un lugar de una pobreza desoladora les hemos proporcionado educación, comida y esperanza.
De otros grupos iré hablando.
Generosidad creativa
¿Y en España?
Lo más llamativo es que, con la que está cayendo, y con el sufrimiento e inseguridad para tantos, las ayudas no solo no bajan, sino que crecen. Os señalo tres iniciativas impresionantes.
La modelo es hija de mi primo; los gorros son horas de trabajo convertidas en educación
Mi entrevista en RTVE, en ‘Últimas preguntas’, sigue generando correos electrónicos, llamadas al número que pone en la página web (el mío) y muchas donaciones puntuales o recurrentes. Está siendo una bendición total. Hace dos días me llamaba una señora contándome que ella y su marido habían pensado en enviarnos 2.000 euros. Otra me dijo que qué me parecían 5 € al mes. Y tantos con 20 o 50€: ¡cada vez el proyecto tiene más futuro y estabilidad! Y eso significa más futuro y estabilidad para los niños.
Mis primas Inés y Mónica empezaron a tejer gorros durante el confinamiento. Lo que era un pasatiempo se convirtió en idea: «¿Y si los vendemos y lo que salga se lo enviamos a Karibu Sana?». Dicho y hecho. Yo no sé a qué velocidad tricotan, pero el hecho es que han mandado más de 1.700 euros y han calentado cientos de cabezas. ¡Qué maravillosas!
Si queréis el vuestro…, no lo dejéis colgado
Miguel Camarena imparte todo tipo de cursos motivacionales, de salud, dietéticos… Hace poco dio uno a un grupo de inversores. Les dijo que no quería cobrar, sino que su intención era hacer una donación a Karibu Sana e invitar a los participantes a conocernos y a unirse al proyecto. Él realizó una donación de 5.000€. Unos 27 asistentes a sus sesiones ya son parte de nuestro proyecto, de forma puntual o recurrente, siempre con una generosidad preciosa.
PD: La foto de portada responde a mi gran afición a Tintín. Unos amigos me han regalado este modelo, tan africano, para celebrar que ya he pasado por la última operación de mi cáncer y que ya estoy curado (a falta de un poco de recuperación). También me dicen que es para que sigamos adelante, con ilusión, en nuestro proyecto. ¡Claro que sí!
PPD: «Cien pares de zapatos» ha vendido ya su primera edición. Ha sido el más vendido en Amazon en la categoría de ‘libros espectaculares’ (o algo así, quizá ponía ‘de temática social y religiosa’, pero es lo de menos). Lo podéis comprar en vuestra librería encargándolo (Ediciones Nueva Eva). Todo lo que se gane con él, como sabes, irá al proyecto.
Os agradecería mucho su difusión: un poco de televisión, viendo la cara del que habla, concentrando los contenidos…, es un empuje impresionante para el Proyecto. Y eso es muy importante porque detrás de cada empujón hay niños y niñas que tendrán educación.
Con vuestra ayuda (económica, en oraciones, hablando de nosotros, comprando Cien pares de zapatos) vamos consiguiendo que muchos niños tenga su Navidad todo el año: porque se saben queridos, porque son conscientes de que importan, porque consiguen la seguridad que da una educación, porque van ‘creciendo en sabiduría, estatura y gracia ante Dios y ante los hombres».
¡Bailad con ellos, reíd con ellos, dad con ellos…, y sed felices como conseguís que lo sean ellos!
Hace unas semanas salí en un programa de RTVE («Últimas preguntas», en La 2) hablando de mi experiencia con el coronavirus. Fue una entrevista larga, en la que hablé de mi enfermedad. Al final, sin yo esperarlo, la entrevistadora me preguntaba cómo se podía conseguir un texto en el que yo narraba mi experiencia. Se me ocurrió sobre la marcha sugerir que quien quisiera mi relato me escribiera a través del correo electrónico que se indica en la web de Karibu Sana. ¡Me han escrito unas 450 personas diferentes! Y eso significa, en relación con nuestro proyecto, que todas esas personas han visitado la web, que para todas era una iniciativa nueva, que a muchos de esos visitantes le ha encantado la iniciativa, y que un buen número de ellos se ha decidido a echarnos una mano de forma puntual o de forma recurrente.
En Kenia se preparan para volver a clase tras largos meses de parada por el covid. Cerraron los colegios en marzo, abrirán de nuevo el 4 de enero. Algunos alumnos (los de 8º y los del último año de instituto) llevan en clase desde noviembre, pues preparan sus exámenes para pasar de un ciclo a otro (la selectividad keniana). Eso suele generar muchos nervios, porque son exámenes difíciles. En concreto, en las universidades públicas hay 70.000 plazas y terminan el colegio unos 500.000 estudiantes. Y compiten con los candidatos de colegios con recursos, o con los que tienen un lugar adecuado para estudiar, etc. Aún así, la ilusión de estos chicos es impresionante. A veces hablo con algunos y algunas por WhatsApp y me cuentan con orgullo de sus esfuerzos.
Me escribió Sister Lucy. Es una monja de Eldoret (otra ciudad de Kenia) que cuida de niños y niñas en una situación de miseria desgarradora. Llevan desde octubre de 2020 comiendo gracias a nosotros, y en enero se incorporan al colegio. Me mandó carta de todos ellos. En total, 22.
La carta de Bernard
El libro ‘Cien pares de zapatos’ va viento en popa. En breve saldrá la segunda parte de mi entrevista en La 2, dedicada al libro y a Karibu Sana. Lo he presentado en la Universidad francisco de Vitoria y, en la medida en que la pandemia nos deje, lo iré presentando en más lugares: prometo avisar.
Un fuerte abrazo de parte de nuestros 327 niñas y niños ilusionados por aprender.
Estoy asombrado y agradecido. Un buen número de personas, probablemente a raíz de la entrevista en Radio María, se nos han unido como colaboradores de Karibu Sana. Las cosas, a pesar de la pandemia, van muy bien. Eso sí, siempre queremos llegar a más…, y llegar mejor.
He hablado por teléfono con una mujer que me cuenta que apenas ve y que eso le lleva a pasarse el día rezando. Y que en cuanto se aclare con sus cuentas empieza a ayudarnos. Quiere cubrir los gastos de por lo menos tres niños en internados. «¡Si hay que comer dos días seguidos lentejas para poder ayudar a estos angelitos, pues se comen!», decía. Hemos quedado en conocernos en breve.
Fui a visitar a unos amigos. Sus hijos, de 8 y 5, me dieron un sobre con dinero: ¡8 euros! Dos de ellos dejados esa misma noche por el mismísimo Ratoncito Pérez.
Llegaron también los dineros donados por Caixa Catalunya, y estamos en pleno proceso de ampliación del dispensario de Kwetu Home of Peace: una gran ayuda para los niños rescatados de la calle y para todas las familias de esa zona rural, que podrán ser atendidos, entre otras cosas, por un pediatra y un experto en maternidad.
Ahora se acerca la Navidad, momento de dar regalos, especialmente a quienes no tienen nada (como el Niño en el Portal). ¿Te animas a regalar a Karibu Sana la colaboración de otro donante? Preséntale la web, regálale el libro…, y cambia sus vidas (la del donante, la de algún niño keniano).
Dos fotos: Víctor Mwenwa, nuestro primer beneficiario, con Moses Javier (mi niño) y otros pequeños de Desert Streams. En la otra un grupo de chicos y chicas huérfanos totales con los quehablé ayer. Les cubrimos la educación, comida y techo. Todos se preparan para el examen de paso a Secundaria: ¡todo un reto!
PD: Las ventas del libro van bien. Y las críticas (al menos las que me llegan a mí) son muy alentadoras. Os recuerdo que atrapa, y que impresiona. Y que es una aventura cargada de la ayuda de la Providencia.
‘Cien pares de zapatos’ es el título del libro sobre los primeros meses de Karibu Sana, cuando yo –Javier Aranguren– tuve la suerte de vivir en Kenia y de encontrarme con la paradoja de que servir a los más pobres me hacía más rico, ayudar me ayudaba, dar me hacía recibir.
La fecha clave
El día 8 sale a la venta. Ese es un día muy especial pues es el 5º aniversario del encuentro con Víctor, que propició el inicio de Karibu Sana. Y el 4º cumpleaños de Moses Javier, al que rescaté con una semana de vida y ahora es una fuente de alegría y juegos.
El volumen ya estaba listo en enero, pensábamos editarlo en marzo (fecha prevista para ir terminando con el tratamiento de mi cáncer), pero resulto que en ese mes estuve a punto de morir por obra del Covid–19 y claramente no parecía el mejor momento. Ahora lo es. Ahora contamos con que nos ayudéis comprando ejemplares y regalándolos a muchos de vuestros amigos.
El contenido
En ‘Cien pares de zapatos’ cuento los inicios de Karibu Sana, sus primeros 18 meses. En realidad, las historias de un montón de niños y niñas que viven y sufren junto a la Cruz y que me abrieron los ojos. También describo qué es Kenia y la emoción de un filósofo la primera vez que emprende.
Han pasado 5 años y este proyecto es lo mejor que me he hecho en mi vida. Por eso quiero compartirlo contigo. También para seguir ayudando: el 100% de los beneficios irá para becas de educación Karibu Sana.
Creo que es un texto que se lee bien, que sorprende (no sé cómo me fue posible cargar con tanto). Y recuerda: habla de niños, pero no es para niños. Las historias son muy duras, aunque la esperanza sea muy grande y la vitalidad y sonrisas de esos pequeños sean capaces de aguantarlo todo.
El diseño
Yo soy el autor del texto, que ya empecé en Nairobi y sobre el que trabajé desde enero de 2017 hasta noviembre de 2019. Además las fotos (hay dos cuadernillos dentro del libro) son mías. detrás de cada cara hay una historia, muchos recuerdos, a veces dramas. Por eso las hemos dejado sin explicaciones o nombres. Veréis cómo la mirada de cada niño tiene un valor universal.
Marta Moreno y José S. Cantero son los editores, y fundadores de Nueva Eva, la editorial. Ellos apostaron por Karibu Sana y por este proyecto desde el principio. Además son matrimonio. Y, para que todo quede en casa, el diseño de portada (¡fantástica!) y de las guardas es de su hija Irene, de 16 años. Ella, además, encontró el título pues mi propuesta (‘El efecto cereza’) resultaba francamente difícil de entender.
La crisis del Covid-19 ni está resultando sencilla ni breve. Lo que para nosotros ya es un esfuerzo y una contradicción, en un país como Kenia es un problema muy serio. Necesitan un factor de suerte (Luck) y nuestros beneficiarios no dudan de que esta les ha llegado por nosotros.
La situación
Imaginaos una vida en la que el ahorro es imposible, donde se pretende que te confines en una chabola de 10 metros cuadrados que compartes con seis personas, en la que la economía se ha paralizado y hay serias dificultades para hacer una comida al día.
Imaginaos un país que cerró los colegios en marzo (el curso empieza en enero) y no tiene posibilidad de aprendizaje on-line y el ministerio ha decidido retomar la educación en enero, suponiendo eso que todos los niños van a repetir curso en 2021.
«¿Cuándo podré volver a clase, estar segura?», pregunta Diana.
Un lugar en el que muchos niños usaban el internado como refugio ante el caos y la pobreza familiar y estando este cerrado están en riesgo de volver a vivir en la calle. En el que hablas con una adolescente de 15 años y te comparte sus ganas de estudiar y su miedo a quedarse embarazada por el peligroso ambiente propio de los ‘slums’ o barrios de chabolas.
¿Qué estamos haciendo desde Karibu Sana?
Hemos recibido una carta de agradecimiento de Destiny Junior, un colegio del slum de Mathare (podéis saber de las condiciones de este sitio en un reportaje de El País que encontraréis aquí) al que financiamos el alquiler del local durante los meses de pandemia, pues están sin ingreso alguno. En ese slum han cerrado 30 colegios, así como 26 en el slum de Huruma, y muchos más en todos estos asentamientos informales, dejando en la calle cada uno de ellos a más de 200 alumnos. En Destiny Junior financiamos a 60 chicos y chicas y no podíamos dejarles sin escuela.
Carta de agradecimiento de Destiny Junior
Lo mismo tratamos de hacer con Desert Streams y con Transform School en Kibera, dos colegios con los que llevamos años de relación, que lo hacen muy bien para los medios que tienen, y a los que estamos apoyando para que puedan pagar algún sueldo a los profesores en estos tiempos en los que no tienen ingresos porque no tienen alumnos..
Hemos recibido casi 12.000€ del Banco de Sabadell. Con ellos, y 9.000 más que ponemos desde Karibu Sana (una persona donó específicamente para este fin), emprendemos la ampliación de un dispensario médico que atienden en Kwetu Home of Peace (las monjas que rescatan niños de la calle) en Ruai, una zona rural cercana a Nairobi. Con la ampliación podrán atender a embarazadas, partos y pediatría de las familias locales, para las que es tan complicado asistir a un hospital. Eso permitirá aumentar los ingresos (y la auto sostenibilidad) de Kwetu.
Hemos aceptado a 27 nuevos candidatos a becas escolares. Con eso ya tenemos 324, lo que supondrá en 2021 un coste de unos 85.000€ que saldrán de la generosidad de tantos.
A MJ, que solo habla kswahili, le encanta poner caras
Mientras, son varios los niños y familias que me escriben con frecuencia, casi siempre a través de WhatsApp. Siempre es conmovedor ver su alegría y la enorme ilusión que ponen cada día por aprovechar la oportunidad que han recibido. Así me lo dice casi a diario Víctor, el primero, ya con 17 años y casi 5 de ellos bajo el paraguas de Karibu Sana. «Está siendo un camino largo, y yo todavía me encuentro en la senda hacia el éxito. Un ganador es alguien que sueña y que no se rinde», dice el sentencioso muchacho. Lucky boy!, Lucky Luke!
Y un regalo
Una última noticia: me escribía el otro día una persona para contarme que su hija, que hará la Primera Comunión en septiembre, había decidido pedir como regalo dinero para Karibu Sana. Un año más se produce este milagro de generosidad.
Nos contactó hace dos meses. Es de la misma familia de monjas que las que llevan Kwetu Home of Peace (the Immaculate Heart Sisters), pero ella vive en Eldoret (otra ciudad grande de Kenia). Necesitaba asistencia con un montón de niños a los que consigue pagar el 20% de su escolarización.
–Envíeme más datos –le pedí.
Y me los envió.
Paseando por DBlock
Su historia
Se trata de niños nacidos en DBlok–Janso, una aldea de chabolas cercana a Eldoret. Allí hubo una granja estatal hasta los primeros 2000. La cerraron, y el gobierno dio un pequeño pedazo de tierra a cada trabajador que quedó en paro. Tierra poco o nada fértil, unida a la dificultad de tener iniciativa, dejó a esa gente enganchada a aquel lugar sin recursos ni perspectivas. El índice de SIDA y de infecciones por garrapatas, es asombroso. Allí llegó Sister Lucy, pues el colegio de su congregación estaba cerca de ese barrio, y decidió ponerse manos a la obra rezando (lo primero que había que hacer), movilizando a la comunidad para que ayudara a esos niños, lanzándose al vacío llevándoles a colegios aunque no tuviera dinero… y contactando con Karibu Sana para tratar de que no echaran a los niños de la escuela.
¿A qué se enfrentan esos niños? Sister Lucy lo resume así: coste de la educación, lejanía de las escuelas, violencia en los hogares, prejuicios para las niñas (prefieren que acarreen agua y cuiden de los hermanos pequeños antes de que se eduquen), pobreza, bodas y embarazos tempranos (a los 12–14 años).
Les acaban de despiojar y vestir decentemente
Algunos casos
Nos manda 27 niños y niñas. Nos cuenta las historias de todos ellos.
Samuel, de 17, huérfano total (sus padres murieron de SIDA), dejó el colegio por falta de dinero. Ahora ha vuelto, vive en un orfanato, y está entre los 10 primeros entre 240 estudiantes.
Betty tiene 15 años. La mayor de 4, estaba al cuidado de su abuela porque los padres se habían separado por su pobreza. Sister Lucy buscó ayudar a la abuela, llevar a Betty al colegio y que los padres se reconciliaran. Esto último no fue posible, por la grave enfermedad de la madre, per Betty pasó con brillo a Secundaria. Eso sí, no tenía ningún medio de pagar su educación.
James, de 16, el mayor de 8. Su padre los abandonó. Su madre, que trabajaba limpiando casas, fue atropellada por un coche que se dio a la fuga y ha quedado incapacitada. James dejó la educación para trabajar en una granja junto con su hermano. Sister Lucy le propuso volver a la escuela, y él se esfuerza y quiere ser ingeniero.
Margaret tiene 10 años. Perdió a su madre cuando tenía 5. Tiene un hermano gemelo y son extremadamente pobres. Los dos hermanos necesitaron grandes cuidados por malnutrición e infecciones varias. A Margaret hubo que rescatarla de su casa porque su padre abusaba de ella. Ahora vive con su abuela cerca de la escuela. Pero no tiene dinero para pagar su educación.
Teresa ha cumplido los 12. Sus padres viven en pobreza total. Por eso Sister Lucy decidió llevar a Teresa a un internado: seguridad, posibilidad de concentrarse, alejarla de la miseria. Querría ser pediatra de mayor, y estudia muy en serio. Realizar sus sueños depende en parte de que podamos ayudarle.
La Iglesia lleva esperanza a los abandonados
¿Podemos ayudarles?
Y así sigue la lista de posibles beneficiarios. ¿Podremos ayudar a todos? El presupuesto total que nos ha presentado Sister Lucy es de casi 10.000 €. Y así durante los siguientes años. Para poder ayudar a Teresa, Margaret, James, Betty, Samuel y 20 más, necesitamos más personas que nos ayuden con sus aportaciones mensuales a Karibu Sana. ¿Nos ayudas a conseguirlas?
Recuerda: los primeros 150 € desgravan un 80% en la Declaración de la Renta. A partir de ahí, se desgrava un 35 %. Ayudar no sale caro, y tiene unos beneficios intangibles maravillosos.