Conocí a Moses en enero de 2016. Había terminado su estancia como niño rescatado en Kwetu Home of Peace y una mujer de Kenia se ofreció a financiar su educación en un internado. Hablamos varias veces, uno de los primeros niños de Kenia que pude conocer.
A los dos meses de colegio, por lo que fuera, se escapó y volvió a la calle. Me enteré de que le habían visto por Westlands, un barrio de Nairobi, viviendo en un parque y drogado. Tendría 13 años. Insistí a los trabajadores sociales de Kwetu para que fueran a buscarlo y rescatarle. Tardamos seis meses en lograrlo, pero lo logramos.
Fue entonces a vivir con su madre, una desgraciada mujer soltera y alcohólica, en el ‘slum’ de Kibera, en la más miserable de las chabolas. Desde Karibu Sana le pagábamos el colegio. Allí un compañero de clase le insultó por la situación lamentable de su madre y en un ataque de ira Moses le hizo una brecha con una botella de cristal. Intercedí de nuevo para que no le denunciaran: era un chico demasiado inteligente y demasiado sufrido como para dejarle de lado.
Un día me enteré de que había pasado dos semanas en un calabozo por mendigar: la policía lo agarró y allí lo tuvo sin denuncia ni crimen para darle una lección. A los dos meses su madre murió en el incendio de la chabola. A Moses no le pasó nada, aparte de quedarse huérfano total con 16 años.
Kibera, donde vivía Moses
Le propusimos que Karibu fuera su familia y sostenerle. Eso sí, con la ayuda de Judy Oloo, directora de Desert Streams y gran colaboradora de Karibu Sana, le llevamos a un colegio interno lejos de Nairobi.
Ha terminado el bachillerato con enorme éxito y ha sido seleccionado en una universidad pública para estudiar derecho.
Hace un mes, cuando me informaba de esta noticia, escribía:
«¿Qué hubiera sido de mí si Dios no hubiera tenido conmigo la misericordia de conocerte? Karibu Sana me ha cambiado la vida, y espero agradecerlo siempre con creces. Rezo por ti, Javier, y por todos los donantes que lo hacen posible. Doy cada día gracias a Dios por el gran regalo que me ha hecho».
Por mi parte, yo le contestaba que era uno de mis grandes héroes, y que con su esfuerzo nos enseñaba que Karibu Sana merece la pena.
Ahora que llega la Navidad, podemos estar muy contentos de ofrecerle al Niño Jesús en el portal nuestro ‘requesón, manteca y vino’ en forma de vidas mejoradas por el esfuerzo de todos los que hacemos Karibu Sana.
Primero a vosotros, los donantes, pues sois los que hacéis este pequeño milagro.
También a la Fundación Promoción Social, que respalda a Karibu Sana desde hace cuatro años y realiza una tarea realmente profesional.
Y a Michael Babu y Luis Borrallo, que representan a nuestro socio local (Strathmore University), vigilan por el uso eficaz del dinero que enviamos, cuidan de que las cosas se hagan bien y de que los niños tengan vidas mejores.
Por último, a los mismos niños, pues ponen de su parte el esfuerzo por hacer lo mejor posible las cosas, y porque con su ilusión y sonrisas nos animan a todos a ayudarles y a ser mejores.
En esta entrada al diario os quería poner los datos de lo que hemos realizado en 2021 en Kenia. Es im–presionante
Graduación en Desert Streams, Kibera, Nairobi
Niños en colegios
Como sabéis, esta es la finalidad principal de Karibu Sana. Es verdad que luego nos acabamos liando en otras cosas, pero lo más importante es esta partida.
Descripción
Total beneficiarios
Niños
Niñas
Escuela de día
Internado
Alumnos KS
165
86
79
54
112
Alumnos Kwetu
51
51
51
Alumnos Mathare
90
48
42
90
Alumnos Sister Lucy
23
8
15
1
22
Alumnos Desert Streams
80
40
40
80
Alumnas Dorothea
15
15
15
Alumnos Universidad/Formación Profesional Superior
5
3
2
5
Total
429
237
192
230
200
Explicación de estos gastos.
Alumnos KS son los niños y niñas que viven con sus familias y becamos para que vayan al colegio.
Alumnos Kwetu son chicos que fueron rescatados de la calle por las Sisters de María Inmaculada de Eldoret, pasaron en su centro de Kwetu dos años derehabilitación, reinserción y educación y, terminada esa etapa, les pagamos internados para que sigan en el colegio y no vuelvan a la calle.
Alumnos Mathare viven en el barrio de chabolas de Mathare, en Nairobi, y cuidamos de su educación.
Alumnos Sister Lucy son los recogidos por esa Sister de María Inmaculada en Eldoret, todos de familias sin recursos.
Alumnos de Desert Streams van al colegio de ese nombre en Kibera, el gran barrio de chabolas de Nairobi. Damos esa cantidad con la condición de que con ella se paguen los sueldos de los profesores. Sirve como un ingreso fijo de modo que la directora del colegio puede aplicar el % de beca que crea conveniente a cada niño según las posibilidades de las familias.
Alumnas Dorothea, son niñas rescatadas de la calle por Sister Carol, de las Sisters de María Inmaculada de Eldoret. Es un proyecto nuevo de este año. Les pagamos la escolaridad.
Tenemos cinco jóvenes en estudios superiores. Todos, ya mayores de 18 años, tienen que buscar parte del coste, preferiblemente con becas del estado.
El coste total en matrículas de colegios ha sido de 102.654 euros.
Una ayuda muy especial
A través de Cooperación Internacional hemos accedido a una ayuda con la que comprar regalos de Navidad para un montón de niños, muchos de ellos nuestros beneficiarios. Así tendrán un detalle muy especial en estos días. ¡Estamos muy contentos por poder aportarles cosas con las que jugar, hacer deporte, divertirse, compartir! La ayuda es de casi 5.000 euros.
Otros gastos
Cada mes hemos gastado unos 1200 euros mensuales en ayudas a familias y huérfanos. Aquí se trata de apoyar a unas pocas familias que tienen especiales dificultades por enfermedad de la madre, o por ser niños huérfanos totales a los que atiende Judy Oloo, la directora de Desert Streams.
Tenemos una alumna en Zambia, llamada Meldone Mambo, a la que hemos becado los estudios con 980 euros.
Hemos financiado, con la colaboración de la FundaciónBanco de Sabadell, la expansión de un dispensario médico en la casa de Ruai de Kwetu, a las afueras de Nairobi, para dar cobertura de salud a 700 familias y para que así Kwetu consiga ingresos estables ayudando a los niños de la calle y a su comunidad. Las obras han tardado en arrancar por problemas de permisos (nos negábamos a ‘engrasar’ el sistema y nos ha costado tiempo…), pero ya están en marcha y avanzadas. Hemos gastado en eso algo más de 18.000 euros.
Trabajando en el dispensario
Hemos aportado dos cosas a Dorothea Rescue Centre, la casa de acogida para niñas de la calle: los paneles solares que le dan electricidad (8500 euros) y los muebles de los dormitorios, comedor, sala de estar, además de la ropa de las niñas (10.000 euros).
Nos queda por pagar la operación de Jane, una de las niñas de Dorothea que acaba de pasar por el quirófano. La factura es de casi 4.000 euros. Ya hemos conseguido 2.000, de una sola donación con este fin específico. Faltan otros tantos.
Y un reto que se viene…
El año pasado el Covid 19 afectó a los colegios de Kenia pues estuvieron cerrados durante seis meses.
Por este motivo en 2021 y en 2022 el gobierno ha añadido un cuatrimestre y dos convocatorias a los exámenes nacionales que se hacen a final de primaria (el 8º año) y al terminar la secundaria (equivalente a nuestro PAU o selectividad). Eso hará que tengamos que pagar no tres, sino cuatro, ‘semestres’. En otras palabras, los gastos de matrículas de colegios en 2022 serán de unos 130.000 euros, 30.000 más que en 2021.
Por ese motivo te quería pedir un apoyo especial a Karibu Sana:
Si conoces a gente a la que le pudiera gustar el proyecto, ¡háblales de nosotros!
Si tú, y tu familia, podéis seguir ayudándonos, ¡no dudes en hacerlo!
Si entre tus regalos de Navidad queda un hueco para regalarles un poco más de futuro a estos niños, ¡no te olvides de ellos!
Por su parte, te lo devolverán con sonrisas, horas de estudio, infancias más felices y justas, y muchas oraciones.
Me ha escrito Samuel, que volvía con Karibu Sana tras cuatro años perdido. Se ha incorporado al colegio con la intención de acabar la Primaria (2º de la ESO) a los 18 años. Está en Desert Streams, el colegio de mis amigos Oloo. Vive con un profesor (Mr. Peter Napoleon, que le da Sociales) y los hermanos de este, Simon y Kevin, que le echan una mano con los estudios: techo, comida y educación. Samuel está feliz. Su inglés es magnífico, y su disposición también. Escribe:
«Me has dado cosas grandes en la vida, una clave que no tenía asegurada y que me abre las puertas para un futuro mejor. Mi objetivo es centrarme en el aprendizaje. Pero no solo por mí. También por mis hermanos y hermanas que están necesitados. Te prometo que te haré estar orgulloso no solo por mi estudio, sino también por mis resultados. Desde que me presentaste a Miss Judy ella ha sido una madre para mí. Me ha conseguido la casa, y todo lo que he necesitado. Agradezco a Dios su existencia. No es fácil encontrar en África a gente con su gran corazón».
La primera página de la carta de Samuel
Niños de la calle
Me llamaron hace dos días las niñas de Dorothea Rescue Centre. Llevan ya semanas fuera de la calle y están más que felices: cantan, ríen, comen, se educan, juegan.
Ha empezado la construcción del dispensario de Kwetu Home of Peace. Se trata de una ampliación que ayudará a 700 familias que están en el campo, y supondrá un ingreso para el proyecto de Kwetu, dedicado al rescate y reinserción de niños de la calle. Han sido meses de gestiones para conseguir permisos sin aceptar ningún tipo de ‘pago extra’ a ningún funcionario. Se ha conseguido con el esfuerzo de Michael Babu, las manos de Karibu Sana en Nairobi, y de Sister Janerose, la directora de Kwetu.
Los últimos niños rescatados en Kwetu el día que llegaron.
Vacaciones
Los niños están ahora de vacaciones, aunque van a comenzar el nuevo curso en agosto, con la idea de recuperar el tiempo perdido durante la pandemia: estuvieron las escuelas cerradas casi siete meses.
Graduación en Desert Streams, Kibera, Nairobi
Me escribió Sandra. De Barcelona, su marido de Estocolmo. Van con sus hijos de turismo a Kenia y querían conocer de primera mano algunas de las cosas que hace Karibu Sana. Estarán en Nairobi en torno al 20 de julio. ¿Se animarán a abrir Karibu Sana en Suecia? Espero al menos que les encante lo que vean.
Y aprovecho este breve mensaje previo a las vacaciones para agradeceros vuestra ayuda: llegan a destino 93 céntimos de cada euro, y los 7 céntimos restantes ayudan a financiar a los profesionales que hacen posible que funcione el proyecto. A día de hoy son 427 los niños que tienen una vida directamente mejor gracias a nuestra ayuda (la mía, la vuestra). Y eso es realidad. Ver sus sonrisas ayuda a entender la belleza, el bien y la verdad de lo que hacemos. Cuantos más seamos, más podremos construir. ¡Ayúdanos a crecer!