Le conocí en diciembre de 2016, a punto de volverme a España.
Vivían en la misma chabola de Kibera él, su madre y sus cuatro hermanos (otro chico y tres chicas). El padre les abandonó a la semana del nacimiento de la última y no sabían nada de su vida. Bossvill dormía junto a su hermano en un sillón de dos piezas sin almohadones: sobre las maderas, sentados. Si se tenían que cambiar, las mujeres salían de la casa; a la inversa también. Apenas les llegaba para comer, menos todavía para ir al colegio. La madre, Phillys, es la única fuente de ingresos (muy pocos). Las hermanas pequeñas (Magdalene y Blessings) me siguen llamando por WhatsApp casi cada fin de semana para hablar con su ‘verdadero’ padre.
Bossvill con Luis Borrallo (representante de Karibu Sana en Nairobi), dos de sus hermanas y su madre
Escribe Bossvill hace dos días:
«Querido Javier, espero que te encuentres bien.
Me siento honrado y lleno de humildad por haber terminado todas las materias de Bachillerato y por haber tenido la oportunidad de hacer el Diploma en Información Tecnológica en Strathmore University [becado por esta institución, no por nosotros]. Todo eso ha sido gracias a la oportunidad que me dio Karibu Sana en Secundaria al pagarme el coste de la educación, meta que para mí era imposible. El 22 de noviembre tendré el honor de pasar a formar parte de la lista de graduados del Diploma en Información Tecnológica como segundo mejor de la clase. En mi caso, es mi primera graduación, y la primera en toda mi familia, y por eso estoy tremendamente contento y orgulloso. He abierto las puertas a mi familia para que haya más graduaciones en el futuro y otros de mis hermanos estudien: mi objetivo es motivar a los más jóvenes de casa para trabajar en serio y lograr sus metas.
Me queda un semestre para acabar esta fase de los estudios. Me gustaría trabajar en el campo de la teología, especialmente en computación en la nube y en ciencia de datos.
De nuevo, gracias de verdad por vuestro apoyo y que Dios os bendiga abundantemente.
Bossvill».
Sin duda, una vida que ha cambiado gracias a su propio esfuerzo y al encuentro con Karibu Sana. Es decir, gracias a vosotros.
Dejadme llamarle así, Manuel, aunque su nombre sea otro. Llamó al teléfono de Karibu Sana, que también es el mío. Quería pedir, si era posible, aumentar su colaboración mensual. En concreto, cuadruplicarla.
–»Es que me impresiona mucho lo que hacéis, y quiero ayudar a más niños. Si ganara más dinero, más que os daría. ¡Ya me gustaría cambiar de trabajo y ganar más!».
–»¿En qué trabajas?»
–»Soy camarero en un hospital».
El donativo que quiere empezar a hacer puede ser más del 10% de su salario neto. ¿De verdad hay gente tan generosa?
–»Quiero que continuéis haciendo una labor así de grande», dice.
–»Que continuemos», le respondo. «Podemos ayudar a estos niños gracias a ti, Manuel. En concreto, tú, y tantos otros donantes, sois los que hacen posible Karibu Sana. El agradecimiento de esos niños es a vosotros, y es infinito».
Y hablamos un rato más, de cómo algunos ya están en la universidad, de cómo son 430 los niños a los que enviamos al colegio, de cómo esto es mucho mejor que un sueño.
Propuestas de proyectos
Me escribió Sister Lucy, de Éldoret. Me recordó como dos de los niños a los que ella cuida, pobres entre los pobres, han entrado este curso en Strathmore University gracias a que les financiamos la Secundaria y a la beca que les concede esa universidad (la mía, cuando estuve en Kenia). Ella ha construido un centro para recate de niños de la zona, todos sin recursos, y me pide apoyo para poder amueblarlo: dormitorios (para 30 niños), cocina, comedor, todo por 7.880 euros. ¿Podremos ayudarle?
Judy, el día de su graduación.
Judy Oloo, directora del colegio Desert Streams de Kibera, ha terminado un curso de formación en administración de centros educativos en Strathmore.
Me he cruzado mensajes con Sarah. La empezamos a ayudar al principio. Terminó la secundaria, pero con una nota baja. Trabajó de camarera en un pobre tugurio de Kibera, el barrio de chabolas. A los 19 tiene un niño. Le he pedido que nos haga una propuesta de formación para poder darle una mejor oportunidad a sí misma y a su hijo: no le ayudaremos económicamente, que para ella sería muy cómodo, sino con formación. Trabajamos en ello.
Samuel, que es todo alegría.El mismo, cuando le conocí hace seis años.
Samuel, de sonrisa impresionante, sigue adelante con sus estudios de Secundaria, retrasados cuatro años que pasó en la calle. Es un chico tremendamente maduro. Ya ha conseguido que uno de sus compañeros de infortunios vuelva con su familia y retome su formación con la ayuda de Karibu Sana.
Propuesta de ayuda
¿A quién conoces que pueda gustarle colaborar con Karibu Sana? Son tiempos duros, de crisis, difíciles. Por eso mismo, quizá los mejores para dar a los demás. ¡Contamos con tu iniciativa!
He conectado con Sarah, una chica a la que empezamos a pagar la educación hace cinco años, de las primeras. Tras terminar la secundaria trabajó unos meses de camarera. Luego la echaron y estaba en casa sin mucho que hacer. La he animado a ponerse en marcha. Ha buscado un curso de formación profesional como administrativa y hoy se reúne con Michael Babu, la mano de Karibu Sana en Nairobi.
De la calle a la escuela
Hablé hace cuatro días con Sister Carol. Es la monja que dirige la casa para niñas de la calle. Ya tiene a más de 20 yendo al colegio, y a otras casi 40 recién rescatadas. Me comenta que querría comenzar un dispensario médico, como en la casa de los chicos, para tener ingresos estables con los que mantener su proyecto. Me dice también que le resulta asombroso ver la diferencia entre chicos y chicas: ellas son mucho más tranquilas, ordenadas, cuidan sus cosas, se adaptan muy bien a la rutina, ¡no lo rompen todo! Y están muy contentas.
¡No pueden estar más contentas!
El pasado fin de semana varias de estas niñas recibieron el bautismo y la primera comunión. Las fotos son en verdad deliciosas. Rescatadas de la calle significa que estaban realmente al final de todo. Muchas no tienen casa a la que volver, porque su madre es poco mayor que ellas y está enganchada a la droga, a la prostitución, o probablemente a ambas cosas. Verlas es una recompensa, a la vez que una llamada a nuestra responsabilidad para seguir haciendo todo lo que podamos.
¡Vivan los deberes!
A eso te quería animar: con tu ayuda podemos ayudarles. ¿Será posible que nos ayudes a encontrar a más gente que nos ayude a ayudar? Perdón por el trabalenguas, pero me parecía un modo divertido de animarte.
Muchas gracias de parte de todos ellos. ¡de verdad!
la llegada de septiembre significa para nosotros el comienzo del nuevo curso.
No ocurre lo mismo en Kenia, donde las clases se inician cada mes de enero. Sin embargo, en agosto han tenido unos días de vacaciones y ahora (septiembre, octubre y algo de noviembre) comienzan el tercer trimestre, el último.
Con esta motivación tenemos a 431 niños. Foto de Sandra Romero
Nuestros alumnos, 431 en este momento, van a por ello. Tenemos a uno más que da el salto a la universidad: Erick, a quien conocí en diciembre de 2015. Era entonces un niño que vivía en un poblado de una plantación de té, en el que carecían de energía eléctrica. Lleva desde entonces con nosotros. Ahora ha sido admitido en odontología, pues quiere ser dentista. Como ya es mayor de edad, estamos compartiendo responsabilidades: Erick consigue el dinero de la matrícula (lo ha hecho a base de pedir a su familia y comunidad, y trabajando) y nosotros nos encargamos del alojamiento. Nos comentaba que esta política, que al principio le costó entender, le ha ayudado a darse cuenta de que él es el primer interesado en su formación.
Entre amigos. Foto de Sandra Romero
Samuel me contaba que fue a visitar a antiguos colegas de la calle, adolescentes de Kisumu (a 500 kilómetros de Nairobi). Me los presentó por videollamada. Uno de ellos ha tomado la decisión de cambiar de vida: volvió con su familia, en otra ciudad, y ahora estamos trabajando para que vuelva a la escuela.
Y el resto a lo importante: el trabajo de cada día. Y los de 8º de Educación Primaria ya están preparando el examen nacional de paso a secundaria. Gracias a ti, van cambiando a mejor sus vidas.
¡Buena vuelta al mundo de después de agosto!
Javier
PD: Las fotos son de Sandra Romero, que se encuentra estos días en Nairobi visitando uno de los colegios que atendemos.
Me ha llegado una carta de Samuel Omondi. Es un chico al que perdimos la pista hace cinco años, tras rescatarle de la calle, porque volvió a escaparse. Ha vivido estos cinco años su propio proceso: dormir en parques o tuberías, comer de cubos de basura, malas costumbres…, hace dos años comenzó a recapacitar y se puso a trabajar para un señor a cambio de techo y comida. Volvimos a conectar hace un año y le animé a recuperar la educación. Acaba de terminar la primaria (8º, 2º de la ESO) con 18 años. Ahora comenzará la Secundaria. Tiene excelentes capacidades y un nivel de inglés envidiable. Yo le veo un futuro inmenso por delante. Escribe:
«Te saludo en el nombre de Jesucristo. ¿Cómo estás? A mi, papá, las cosas me van francamente bien.
La principal razón para escribirte esta carta es la de darte las gracias a ti y a toda la gente que se ha esforzado para apoyarme en mi educación primaria. ¡Muchas gracias, y que Dios os bendiga y os permita que se cumplan los deseos de vuestros corazones! Os quería informar que he hecho el KCPE (el examen nacional de final de primaria) y que he pasado con buena nota.
Te quería pedir que me siguierais ayudando en los siguientes dos niveles educativos (secundaria y universidad). También quería decirte que el profesor que me admitió en su casa para vivir con él y con su hermano seguirá cuidando de mí en secundaria [se refiere a un profesor de su colegio, nosotros ayudamos económicamente porque Samuel es huérfano total]. La verdad es que me ha cogido mucho cariño y me ha invitado a ir con ellos a su pueblo la semana que viene.
Quería compartir mi gratitud y mi felicidad. De verdad que estoy más contento que un rey. Y toda esta alegría se debe a ti y a las personas que te ayudan con su apoyo para que podáis hacer este trabajo increíble.
Cuando pienso en mis sueños, en mis ambiciones, me doy cuenta de que pueden hacerse realidad. Sé que lo que vale es el trabajo duro. No sabes lo que agradezco también los cuidados de Judy Oloo [la directora del colegio, gran apoyo de Karibu Sana], una madre para mí, y la de Sara [Merguth, una profesora española que trabaja en Strathmore University y que nos ayudó a recuperar a Samuel] sin la que no estaría donde estoy.
Me maravilla cómo lo que habéis hecho ha mejorado mi vida. ¡Que Dios os bendiga a todos! Os quiero, y espero verte pronto. ¡Asante sana [muchas gracias], Javy!».
En estas semanas hemos asumido también la educación de una niña de doce años que estaba en una situación dramática de abusos. Ahora vive protegida por una institución magnífica y nos ocupamos de ella. Y de 430 niños y niñas más.
¡Gracias por ayudarnos a ayudarles a que cumplan sus sueños!
La niña de la foto se llama Magdalene. La conocí en Nairobi en noviembre de 2016. Como sus cuatro hermanos, lleva desde entonces con nosotros. En el 16 estaba en los primeros cursos de primaria. En la foto, de hace dos días, está entrado por primera vez en la escuela internado donde va a estudiar la secundaria.
Vive con su madre y hermanos en una chabola de Kibera: una sola habitación para seis. Aquel mes de noviembre los dos chicos tenían para dormir el sofá, sin almohadones (solo la estructura de madera), mientras que ella compartía cama con la madre y dos hermanas (una de tres años, la otra de catorce).
Estas son las sandalias que fabrica y vende la madre de Magdalene
El encuentro con Karibu Sana le ha cambiado la vida a todos. También a la madre: su vida sigue siendo una existencia llena de estrés para lograr el dinero con el que llenar la cazuela, pero al menos no ha tenido que ver cómo sus niños quedaban fuera de una educación formal.
Que Magdalene esté en un internado (boarding school) va a suponer un gran ahorro para la madre. Y para la niña significa vivir en el campo, lejos de las chabolas y los albañales, tener un lugar con ambiente de estudio y amistad, comer tres veces al día, tener electricidad… ¡tantas cosas!
Y esto le pasa a otros 428 niños y niñas como Magdalene.
El mes de marzo es emocionante para nuestros estudiantes del equivalente a 2º de la ESO, es decir, Standard 8th. Hacen un examen nacional, el KPCE, que es como una selectividad o PAU para pasar de primaria a secundaria. La nota, en teoría, sirve para que puedas elegir centro de secundaria. A mejor nota, mejor colegio. O eso dicen. El examen es sobre 500 puntos. Sacar más de 400 se considera una proeza, y equivaldría a una A o a un 10.
Muchos de nuestros beneficiarios han pasado por esta primera ‘prueba de la vida’. Los resultados varían según los niños, pero muchos son excelentes. Y todos son chicos y chicas menores de 14 años: haber llegado hasta aquí ya es un gran ejemplo. Ahora se trata de que todos sigan con sus estudios en escuelas de Secundaria. Muchos querrán ir a internados, otros tendrán que seguir estudiando en centros de día mientras viven con su familia. Todo depende de los fondos que tengamos y de lo que sea mejor para cada caso. Con nuestros socios de Nairobi ya estamos estudiando cómo continuar.
Celebrando el examen en Kwetu
Algunos resultados
Por ejemplo, de los niños que cuida Sister Lucy en Eldoret tenemos estos datos asombrosos: Angelyne Wanjiru, 405; Michelle Njeri, 405; Kuhora Theresa, 395; Maina Christine 375. Son tres chicas muy brillantes.
Njeri Esther, 264, es la quinta de ocho hermanos. Ha tenido problemas de salud, con algunas entradas al hospital, y ha conseguido aprobar. Swimua Magdalene, 352, es una chica que conozco desde hace cinco años y que, con su hermana pequeña Blessings, me llama con frecuencia para informarme de sus avances y sueños. Su nota es muy buena.
En la foto tenéis los resultados de los chicos de Kwetu, rescatados de la calle, que han hecho el examen.
Como dice en la foto, es un placer ver que hayan pasado de la calle a los logros académicos. Cada uno de estos niños es mucho más que un héroe: las circunstancias de sus vidas no han sido fáciles y estos resultados (el mismo hecho de haberse presentado al examen) son un logro deslumbrante.
Los alumnos de Desert Streams son más de 40. Todos viven en el barrio de chabolas de Kibera. Y todos en unas condiciones tremendas de pobreza. Los resultados van, sin nombres, de 360, 354, 346, 332, 329, 326, 324, 323, 316, 297, 289, 276, …, 206, 189, 175. El esfuerzo ha sido de todos. Ahora la lucha será conseguir que también todos puedan continuar sus estudios.
Acabamos de publicar en la web el Informe Karibu Sana 2021. Pinchando ahí lo encontrarás. También está en la portada de la web.
Os animo a leerlo. El diseño, muy bonito, nos lo ha donado Luk Comunicación, como hace siempre. Y el Informe es muy alentador y está lleno de esperanza. Gracias a Karibu Sana ha mejorado la vida de cientos de niños. Creo que eso nos tiene que ayudar a ser optimistas a pesar de las grandes incertidumbres del presente: cada uno de nosotros puede hacer mucho bien por los más necesitados. Bastaría con llegar a uno, eso merece la pena.
Te pediría también que lo compartas con tus familiares y amigos, para darnos a conocer y así llegar todavía a más beneficiarios.
Llevaba varias semanas sin escribir. Por fin me pongo.
Los RRMM vinieron a Kenia
Las pasadas navidades nos llegó una oferta de Cooperación Internacional en la que nos ofrecían una ayuda para hacer regalos de Navidad a niños de nuestro proyecto. Contactamos con varios colegios, y con las Sisters de los ‘niños y niñas de la calle’, y pudimos organizar para que 480 niños y niñas tuvieran (muchos por primera vez en sus vidas) un detalle por el nacimiento del Niño Dios: cuadernos, lápices de colores, equiparaciones deportivas para los colegios, balones, ¡peluches para los más pequeños!, zapatillas coloridas para niñas, etc.
¿Recuerdas la ilusión de los buenos regalos?
Cada uno de estos centros preparó una pequeña fiesta. Niños cristianos, católicos o protestantes, niños musulmanes, niños sonrientes, asombrados, nerviosos, divertidos, felices de verse de pronto e inesperadamente con algo bonito en la mano. Fueron muy felices, y pudimos dedicar algo más de 5.000€ para esta maravilla, organizada durante las vacaciones de nuestros socios locales (Luis Borrallo y Michael Babu), que se volcaron para que fueran posibles esas celebraciones.
Aprendiendo a cuidar de sus cosas
Me escribió Lameck, nuestro estudiante universitario. Ha tenido muy buenas notas durante su primer trimestre en Strathmore y está completamente motivado, venga a estudiar, y muy contento.
¿43 nuevos beneficiarios?
He tenido una videollamada con Judy Oloo, directora de un colegio de Kibera. Había invitado a su casa (y a la de su santo marido) a ¡43 alumnos! que terminan en unas semanas la primaria en su colegio, Desert Streams School of Kibera. Son todos niños y niñas de Kibera, paupérrimos, algunos de ellos huérfanos totales. A todos les ayudamos, pues damos un fondo de becas a esa escuela para que cada familia pague lo que pueda/deba, siguiendo el criterio de Judy, que es una de nuestras más destacadas socias en Nairobi y a quien te encantaría conocer.
Con el chandall regalado en Navidad
Acabar el colegio tiene para estos 43 un sabor de alegría por cerrar una etapa, y de incertidumbre porque en general no cuentan con medios para estudiar la secundaria. En algo podremos ayudarles, pero necesitamos nuevos donantes si queremos becarles a los 43, pues al acabar esta etapa cambian de colegio y debemos mantener intacta la ayuda a Desert. Podremos dar estas ayudas con vuestro apoyo: cada semana hay un goteo de nuevos socios. El dato más esperanzador: que hemos pasado de 84 donantes recurrentes en 2019 a casi 250 en enero de 2022. Pero también hemos pasado de 167 beneficiarios a 429. Y con estos 43 llegaríamos a 472. ¡Habla de nosotros a tus amigos, familiares, vecinos, en la parroquia, en el centro social que frecuentes, en el equipo de fútbol o de ciclismo! Como sabes, con muy poco (20 euros al mes) cubrimos la educación de un niño. Con muchos pocos, la de muchos. ¡Y estamos cambiando vidas!, ¡estáis cambiando vidas!
Dos nuevos candidatos para Secundaria
Informe 2021
Realicé el informe de 2021. En este momento nos lo está poniendo bonito Manu Domínguez, que es la persona que nos donó el diseño de la imagen de Karibu Sana y de la web, y que es una persona que se vuelca con estos niños de Kenia con tanto amor como él y su mujer regalan a sus propios hijos.
Una de las 43 que terminan en Desert Streams
El rincón de los nuevos donantes
¡Ayer me llamó una persona para preguntar si podía testar a favor de Karibu Sana! Me escuchó en una entrevista por la radio, no tiene obligaciones familiares, y dice que le encantaría poder dedicar los ahorros de una vida a los más necesitados. Me dio una inmensa alegría, me iluminó su confianza y hemos quedado en conocernos en breve para ver qué pasos hay que dar y para darnos un abrazo.
Una señora, que ya ha donado con anterioridad, me llamó para decirme que quiere hacerlo de nuevo, que le encanta poder compartir con los más necesitados las alegrías que ha recibido en su vida. ¡Qué maravilla el agradecimiento! Otra me decía que quiere encargarse de la educación de dos niñas, que si son hermanas mejor. Ya he localizado alguna pareja de gemelas entre nuestras beneficiarias, y esperamos asegurar así su educación.