María, Claudia, Nerea, Patricia, Oscar, Fernando…

En dos días salgo hacia Nairobi: del 10 al 24, siempre que no pierda el vuelo (una de mis posibilidades…).

Y me voy cargado de alegrías. Alegrías porque ha salido muy bien la inesperada ‘campaña de Primeras Comuniones’: han sido tres las niñas (María, Claudia, Nerea) que han decidido –por su propia inicitiva– pedir como regalo dinero para ayudar a algún niño o niña en Kenia. Les he puesto dos condiciones: que les cayera un buen regalo a cada una de ellas; que trataran de enviar lo ‘recaudado’ poco a poco, para que cada mes volvieran a ser conscientes de la gran labor que están haciendo. Me ha encantado la liberalidad con que han donado: no les importa nada entregarlo todo, sino que al hacerlo se lo pasan bien y se ríen. ¡Me encantaría tener esa generosidad!

Me voy cargado de chocolate. Porque compré unas cuantas tabletas. Porque Oscar, el portero de mi casa, me ha venido esta mañana con tres de Nestlé ‘para echarte una mano’, y me ha entusiasmado el dulce detalle. Y porque en una tienda, ‘The Chocolt Factory’, en la que les conté el proyecto, me van a donar un montón de dulces para los niños de Kwetu. ¡Qué grandes!

Lucy con una chica vendedora que deberíamos poner a estudiar…

Me voy cargado de otros estudiantes, los del Colegio Aquinas de Madrid, que hicieron una colecta para cuidar a nuestros niños, y que fueron generosos en sus aportaciones. Fernando, alumno de 1º de bachillerato, se encargó de todo. Y de una generosa aportación de Patricia, y de muchos sueños por que salgan más apoyos económicos.

Me voy con unos cuantos regalos que me entregó María ayer por la tarde. Un kit de maquillaje para Joan, que incluye un aparato que me da mucho miedo (parece un instrumento de tortura de película de Kubrick) para rizarse las pestañas, y una camiseta y sudadera para Austin, ‘pero sin calaveras’, porque a ella no le gustan aunque a Austin le encante.

Y sobre todo me voy con muchos proyectos por desarrollar, y con la alegría de contar con vuestro apoyo, con el que estáis cambiando la vida de tantos niños.

Os iré contando.

Una casa segura para Jomba

Jomba se llama en realidad Bryan. Le conocí en la calle hace dos años y pico: pasaba el día por mi zona, sin nada que hacer, con 12 años. Su madre vivía lejos de Nairobi, y nunca se ha preocupado demasiado ni por él ni por Jackson, su hermano. Ella estaba lejos ‘para ganar dinero’ y los dos muchachos vivían en Kibera sin escuela ni educación: como tantos de los nuestros.

Jomba, cuando le conocí, merendando en Strathmore

Tras conocernos hablamos del colegio. Al principio iban a uno que no conozco, dejándome siempre con la sensación de si no sería un modo de la madre para sacarme dinero. Al cabo de unos meses les pedí que se cambiaran a Desert Streams, la escuela de nuestra amiga Judy Oloo, porque ella se encargaría de seguirles de cerca. ¡Y vaya que si lo hace!

Judy me pidió que habláramos por teléfono hace unos días. Algo urgente: ‘Jomba no está viniendo al colegio. Vive con sus hermanas, que deambulan por la zona y ejercen la prostitución y llevan hombres a su casa (chabola de una habitación) y Jomba está en la calle todo el tiempo y se ha empezado a drogar».

Ahora tiene 14 años. No hay derecho a eso. Quedamos en rescatarle. Judy sale a buscarlo.

Jackson, Jomba, Moses Wafula y Omosh

A los dos días, estando yo en un congreso en Logroño, establecemos una videoconferencia a través de Whatssup. Hablo con ella, y con Jomba, y con Moses Wafula, y con Omosh. Judy es la que me señala la conveniencia de que todos estos chicos (los mayores por edad en su colegio, algunos retrasados varios cursos porque todavía no les habiamos conocido) adquieran uniforme y libros nuevos. Le digo que por supuesto: el orgullo a veces es una virtud, y si ellos se sienten limpios, y ‘nuevos’, irán con más ganas a clase.

Pero no basta: ‘¿Qué hacemos por Jombá?, ¿y por Jackson?, ¿y por Moses Wafula?, ¿y por Omosh?’. Los cuatro han tenido experiencias durante este año que a cualquiera de nosotros nos marcarían de por vida, y que no querríamos jamás para nuestros hijos, ni para ningún niño del mundo.

Judy les invita a comer a su casa. Moses Javier nos mira

Respondo: ‘Judy, hablemos con Michael Babu. Tendríamos que organizar en el terreno del colegio una pequeña casa en la que durmieran los niños más dañados. Por ahora provisional, hasta que podamos levantar la escuela nueva, pero por lo menos con literas, y con una zona donde puedan lavarse y cambiarse con intimidad’. Responde: ‘Podría conseguir un profesor que durmiera con ellos, que les cuidara’. Y mi cabeza se pone automáticamente a calcular: coste, sostenibilidad. Aunque sé que lo haremos ajenos a todo cálculo: ellos lo necesitan, y lo merecen. Merecen nuestra ayuda, y la de las personas que conozcas y que puedan.

Si concierais la sonrisa de Jomba, la mirada de Moses Wafula, lo cansado que está Jackson de la miseria, la dulzura de Omosh, lo veríais tan claro como yo.

Una casa segura para Jomba, ese podria ser el nombre de nuestro nuevo proyecto en Karibu Sana.

Dos Moses: Javier y Wafula. Los dos son Karibu Sana

Dos madres

Ella es viuda. Su marido falleció por un accidente de tráfico, lo enterró, y a los pocos días dio a luz a su segundo hijo. Pero ahí no terminó todo, sino que empezaron los problemas. Entró en coma, y estuvo así durante dos meses. En ese periodo los médicos desubrieron un grave problema renal, y decidieron que empezara diálisis, tratamiento en el que sigue hoy en día. Ahora bien, la diálisis solo se da en Nairobi (Kenyatta Hospital), y ella vivía en el campo: se tuvo que venir a la ciudad con los dos pequeños, sin posibilidad de trabajar por su defectuosa salud, sin casa, sin dinero, sin… Como consecuencia de este cúmulo de problemas también empezó un proceso depresivo. Como veis en las fotos, se acompaña de dos muletas: apenas puede andar.

Steven Moses de uniforme, con su madre

Y entonces conoce a Judy, la directora de ‘Desert Streams of Kibera’, que no duda un segundo en admitir a los dos pequeños. La madre no está en condiciones de pagar nada, pero el que ellos puedan estar en la escuela asegura su alimentación, y que la madre descanse.

Viven en casa de un vecino, que les ha acogido. Imaginaos la pequeña chabola sin condiciones (ni agua, ni baño) con tres habitantes más. Es un gran acto de generosidad por parte del vecino: «Mucha gente tiene miedo de acoger a los enfermos en sus casas», me cuenta Judy. No dudo que a nosotros nos ocurriría lo mismo.

Los niños se llaman Esther Kerubo (la hija, la mayor, tan pequeña, nacida en septiembre de 2012) y Steve Moses Oketch, el niño.

Esther y Stephen disfrutando de un chapati

Por supuesto le dije a Judy que adelante, que desde Karibu Sana nos encargaríamos de esos niños (me gustaría también que de algún modo podamos apoyar a la madre, que no tiene ingresos). Eso supone abrir más la mano, y abandonarnos en la Providencia, seguro de que se encargará del asunto y nos conseguirá los ingresos necesarios.

¡Y vaya si se encarga! A las cuatro horas recibo una llamada. «Mi nombre es F. Tengo una niña de ocho años que el fin de semana que viene hace su Primera Comunión. Leímos lo que contaste de la Comunión de una familia de Levante y nos ha inspirado. Nuestra hija está de acuerdo en pedir como regalo de ese día dinero para ayudar a la educación de algún niño en Kenia. ¿Crees que es posible?».

Y le conté, con una sonrisa en los labios, la historia de esa mujer (madre como la que me llamaba) y de la necesidad que tiene.

Y así hemos cerrado un acuerdo por el que Esther y Steve Moses pueden contar, por una vez, con una gran esperanza.

¿Nos ayudas a encontrar más apoyos?

De caballos y de cumpleaños

Por segundo año consecutivo Gilmar Inmobiliaria nos acogió como causa para su campaña ‘Gilmar Colabora’ en La Global del Club de Campo de Madrid.

El equipo de Gilmar y las gafas de Flamingo

Esta es una competición hípica, en la Fórmula 1 de los caballos de salto, en la que se ven patrocinadores como Longines, Marqués de Riscal (al que me presentaron), Eulen (a cuya CEO saludé) y otras. Gilmar monta una carpa para estar presente, enseñar su negocio, ofrecer manzanilla (de la sana, no de la de flores) y apadrinarnos. Para eso ofrecen a la gente hacerse una foto con unas gafas de la marca Flamingo (las dos empresas están entre nuestros colaboradores), les regalan las gafas, y por compartir la foto en redes nos donan unos euros.

Jose Ramón nos daba de beber: un venenciador de primera

Para mí es una ocasión estupenda de contar (cientos de veces) la iniciativa Karibu Sana y de saludar a mucha gente que nos pone cara (no la mía, sino la de Víctor, el primer niño al que ayudamos, cuya foto preside una hucha que también está en la carpa). Lo más bonito, y asombroso, es ver cómo los trabajadores de la sede central de Gilmar (Laura, Mayo, Nacho, etc.) se vuelcan con estos niños nuestros a los que no conocen, y se dan por completo para que el evento sea un éxito. Hicieron más de 1.000 fotos, quedamos desbordados, y yo feliz. Además pude invitar a Manuel, el que nos ha diseñado desinteresadamente la web, y a su mujer y sus dos preciosos hijos.

Las gafas de Flamingo, diseñadas para Karibu

Por si fuera poco, el martes recibo una llamada. Una mujer con acento extremeño me cuenta que su madre quiere dar una fiesta de cumpleaños, que cumple unos 80, y que cómo tendría que hacer para pedir en la invitación a la fiesta que los regalos sean dinero ¡para Karibu Sana! Le dije que me entusiasmó esa juventud de espíritu, ese deseo de cuidar a los más pequeños.

Ignacio Mallagray pintó este cuadro para nosotros

Y el sábado una niña hizo su primera Comunión pidiendo todos sus regalos para nuestros niños.

Caballos, Comuniones, Cumpleaños: muchos motivos para dar gracias y llenarnos de esperanza.

PD: A puntito de terminar la propuesta para Italia que cambiará 180º la sostenibilidad de Kwetu. De seguro el proyecto más grande que hemos afrontado, y el más trabajoso. Y tan ilusionante como el mail de Austin diciéndome de su ilusión por volver a clase un trimestre más.

Primeras comuniones y permisos

Se ha puesto en contacto conmigo una familia del Levante, que conoce algo a alguien a quien yo conozco. Su hija va a hacer la Primera Comunión el sábado 5. Su gran ilusión era pedir como regalo medios para poder ayudar a la educación de un niño en Kenia. Dicho y hecho: va a dar un mensaje a sus familiares el día de la ceremonia, y se va a comprometer durante los próximos años a conseguir los medios con que Esther pueda ir al colegio. ¡Bravo!

El año pasado Ignacio, de Madrid, hizo lo mismo. Y este año ya me lo había pedido Nerea. Me parece una forma excelente de entender el ‘don’ (el regalo) que es la Eucaristía.

Austin, motivos para estar orgulloso

Ayer me hizo una llamada perdida Austin, mientras yo trabajaba. Me supuse que sería algo urgente, pues los 9.000 kilómetros que nos separan son bastantes como para comunicar Madrid con la Sabana. Le llamé. «Daddy, te quería pedir permiso para que me dejes marcharme de casa. ¡Mi abuelo no me deja hacer nada, y si trato de salir a jugar al fútbol o con amigos me pega! ¡No sabes lo que me aburro!». Me encantó el detalle: Austin, que ha vivido muchos meses en la calle, que nunca ha dudado lo más mínimo en escaparse si le venía en gana, ahora me pide permiso para volver a la calle. No se lo he dado: he escrito a Kwetu para que le inviten a pasar un par de días con ellos. ¡Este adolescente va madurando!

MJ lleno de paz

Me envía Joan dos fotos de Moses Javier: durmiendo y riendo. Calculo que ahora tendrían que haberse cumplido 18 meses desde que este niño habría sido abandonado en la calle con una semana de vida. A lo mejor 18 meses desde su muerte anónima, o desde que hubiera sido acogido en una institución pública o privada para niños abandonados, y me imagino lo que hubiera sido (su vida, o su muerte). Y es una fuente de alegría y de vida: me parecía que refleja perfectamente el objetivo de Karibu Sana. Con Moses Javier (que ahora vive con una familia maravillosa) y con tantos otros niños a los que podemos cuidar con vuestra ayuda.

Uno más uno, uno más.

Datos y más proyectos

Seguimos, aunque quizá de forma menos ‘sonora’.

Pedí a María, en la Fundación Promoción Social, que me enviara datos de la situación económica de Karibu Sana para compartirlos con vosotros. Son muy positivos, pero sin duda también me llevan a invitaros a que nos echéis una mano para conseguir gente nueva que quiera ayudar un poco cada mes. Recuerdo una campaña de captación de socios del Atlético de Madrid (era una campaña de este equipo, aunque no me guste el fútbol):

«Uno más uno, uno más».

Seguro que se te puede ocurrir al menos uno que se ponga muy contento de poder ayudar a un niño a ir al colegio.

Los datos:

En la actualidad hay 67 personas que han firmado su consentimiento a donar periódicamente mediante recibo domiciliado. Las cifras van desde los 5€, una mayoría de 20€, algunos entre esta cifra y 100€ y dos personas con 250 y 300 respectivamente. El total de estas ayudas es de 2.800€ al mes, con el que casi nos da para pagar la educación de los 130 niños que dependen de Karibu Sana.

Aparte se reciben ingresos por transferencia o por tarjeta de crédito. El total de personas e instituciones que de algún modo han colaborado económicamente con Karibu Sana desde su fundación supera las 250. Por otro lado hay aportaciones de particulares o instituciones, que no son mensuales, pero que pueden ser muy relevantes: 7.000€ donados por McKinsey, una donación de 25.000€, otros 18.000€ apalabrados que llegarán en breve (particulares y empresas).

Al mismo tiempo nos hemos presentado a varias convocatorias pidiendo ayudas. Con estas ayudas especiales queremos ayudar a la sostenibilidad de Kwetu Home of Peace (niños de la calle) y de Desert Streams (colegio de Kibera). En dos convocatorias distintas aspiramos a más de 150.000€, y mi optimismo natural me lleva a esperar conseguirlos.

En plena conferencia
En Aquinas American School

Por otro lado, vamos avanzando en asuntos puntuales y en otro que puede tener más larga trayectoria (lo contaré en cuanto lo concretemos, pero un colegio quiere implicar a sus alumnos en el largo plazo, justo lo que necesitamos). Visité  Aquinas American School, de Madrid, y los chicos de bachillerato se comprometieron a ayudarnos recolectando dinero en sus familias y en sus ahorros.

A la vez los trabajadores de Gilmar (inmobiliaria de Madrid y Marbella) están preparando un evento genial, que replicará el que organizaron el año pasado durante La Global, en el Club de Campo de Madrid.

Por último: me llamó mi amigo Pablo para comunicarme que el regalo que iba a pedir su hija por la primera comunión eran ayudas para que Karibu Sana celebrara a lo grande una fiesta con los niños de Kwetu. ¿Quieres tú dedicar algún evento familiar y educativo para la educación de los niños sin recursos?

La única salida de dinero, además del enviado a Nairobi para nuestros fines educativos, son los costes indirectos de Fundación Promoción Social, un 7% de nuestros ingresos. A cambio, nos proporcionan la covertura jurídica y burocrática, y buscan y preparan los concursos a los que estamos pidiendo fondos. Incluso han enviado a su representante en Etiopía (Rafael) hasta Nairobi para agilizar los papeles que tienen que preparar Kwetu y Desert.

Enviamos, para ir pagando los colegios, 25.000€ a Strathmore (los administradores de Karibu Sana en Nairobi) con un coste de trasferencia de 9,55€.

Dicho de otro modo, el 93% de las donaciones se dedica integramente a los fines propios de Karibu Sana. No hay más gastos. La misma web es una magnifica donación de Luk Comunicación (Manuel).

En mayo empieza el segundo cuatrimestre de curso. Además de nuestros 130 niños y niñas empezamos la colaboración con los alumnos de Kwetu: mi sueño es que podamos conseguir que ninguno vuelva a la calle por falta de recursos. Eso significa enviar cada curso a unos 50/60 a colegios internos. Eso son 40.000/50.000€ más cada año (es un montón para nuestras cifras). Por eso necesitamos más socios, y también por eso voy tratando de lograr algún dinero de reserva.

Emmanuel, en una revisión el 17 de abril de 2018

A la vez me comunican que Emmanuel, el niño que sufrió una insificiencia renal muy grave, está como una rosa. Por contra, Ezequiel, nuestro alumno más brillante con diferencia (siendo de Kibera logró plaza en el mejor colegio público del país), sigue sufirendo ataques muy serios de epilepsia. Pagamos sus medicamentos, pero le he pedido a Michael Babu, nuestro hombre en Nairobi, que le busquen el mejor tratamiento posible, sin importar el precio. Vamos a por todas.

Estuve en Guadalajara (España), invitado por la EFA El Llano en una sesión sobre emprendimiento para 250 chicos y chicas de bachillerato. Les expliqué Karibu Sana y se quedaron deslumbrados: nuestros niños de Kenia van logrando hermanos por todos lados.

Con Lourdes, de El Llano
Varios asistentes en Guadalajara

En junio volveré a viajar a Kenia. El objetivo es ver al mayor número de gente posible, y darle un empujón a los dos proyectos grandes (Kwetu y Desert) y a cada uno de los niños a los que ayudamos, si es posible. Me parece muy importante que se sientan queridos. Los costes del viaje, como trato de hacer siempre, corren de mi cuenta (los pago a través de mis propias donaciones a Karibu Sana).

Recuerda:

Uno más uno, uno más

Encuentros valiosos

Me van pasando cosas.

Hace dos días me llamó un chaval de un colegio de Boadilla del Monte diciéndome que a los niños y niñas de su clase les gustaría colaborar con Karibu Sana. Que van a tener una reunión de solidaridad y les parece genial nuestro proyecto. Quedo en ir a conocer su colegio y contarles.

Luego me llamó otra persona, un señor encantador, para algo más complicado. Me dijo que se murió su madre la semana pasada, y que tiene una pierna ortopédica maravillosa, cara y poco usada, y que si nos podría servir para algo. Le comento que la Fudación Promoción Social trabaja con refugiados. Creo que le encontramos un lugar para la pierna.

La ONG hermana en Guatemala

Después me escriben desde Guatemala. Una ONG que cuida de niños, paralelos a los nuestros, y me comenta que le encanta lo que hacemos. ¡Bienvenidos!

Luego Joan me manda una foto suya, y seguidamente lo hace Lankas, mi querida masai, orgullosa de su tribu y de sus tradiciones.

Winslet Lankas, todo un carácter

 

Y la semana que viene voy a Guadalajara a contar a 260 jóvenes qué es lo que hago. No para sacar fondos (¡para eso estáis vosotros!), sino para fomentar sensibilidades.

 

Profesionales para el cambio

Colaborar con Fundación Promoción Social tiene varias consecuencias para Karibu Sana. La más visible, sin duda, es el respaldo legal que nos proporcionan, como nos ocurría con Fundación Valora. No solo el dinero que donan los socios se mantiene siempre en cuentas ajenas a particulares y tiene una trazabilidad perfecta, sino que también desde allí se encargan de la dimensión burocrática (¡tan necesaria!) de la solidaridad: certificados, llamadas, seguimiento…

Pero Fundación Promoción Social lleva también 30 años en el terreno de la cooperación, y eso lo estoy notando cada día. Por un lado, porque tienen información sobre convocatorias de ayuda a la cooperación que nos vienen muy bien. Por otro, porque tienen personal más que curtidos en estas lides de pedir, que son tan técnicas y requieren tantos documentos (un mundo totalmente ajeno a un pobre filósofo como el que esto escribe).

En lo primero, por ejemplo, tengo a Rosella, que vive en Roma. Vino a Madrid y charlamos largamente sobre una convocatoria de una institución italiana (la nombraré si todo se anda bien) que podría encargarse de mis pequeños ‘sueños’ de mejora en Kwetu Home of Peace. Estoy hablando de 150.000€, que llegarían por una vía independiente a las donaciones de particulares que –como sabes– siempre van dedicadas a pagar el coste de los colegios. Con esa aportación lograríamos el sueño de que Kwetu sea sostenible por sus propios medios (producción de granja y de gallinas, autobús de transporte para los niños, electricidad solar), de forma que dejen de necesitar nuestra ayuda, sean autosuficientes, y nosotros podamos concentrarnos en la siguiente fase de su proyecto: que los niños que acaben en Kwetu vayan todos a internados para evitar el peligro de su vuelta a la calle.

En lo segundo: el desplazado de la Fundación Promoción Social en Etiopía, Rafael, ha viajado esta semana a Nairobi, se ha reunido con Kwetu (Stephen y Sister Carol) y con Desert Streams (el colegio de Judy Oloo en Kibera) para echarles una mano en los presupuestos y peticiones que deben presentar para que podamos ayudarles. Ha sido un encuentro muy fructífero, y muy profesional. Si todo se anda bien, podremos empujar fuertemente también la sostenibilidad de este colegio, para el que vamos a pedir 20.000€ a la fundación de una gran empresa (queremos usarlos en becas para que puedan conseguir los ingresos que necesitan).

Entre tanto, nuestros 115 niños siguen yendo a clase. Y ahora, con el comienzo del 2º trimestre, incorporamos a un buen grupo de los que vivieron en Kwetu. Llegaremos a 150, o más. Algunos acaban de dejar el centro de rehabilitación, pero otros estaban de vuelta en sus casas o de nuevo en la calle (en casa no tenían nada que llevarse a la boca, ni posibilidad de estudiar…). Para ellos, y para los que vendrán (en principio unos 25/30 nuevos cada trimestre) necesitamos nuevos socios: personas y empresas que crean que merece la pena dar donde los ojos no ven para promocionar la vida de niños sin recursos. Con tu ayuda vamos a cambiar sus vidas: vamos a hacer un mundo mejor de una manera que quizá los ‘grandes’ no noten, pero que mejorará la vida de tantos chicos y chicas extraordinarios.

Os deseo una feliz Semana Santa, y te pido que me encuentres gente (y empresas) que pueda entender Karibu Sana y que quiera colaborar con nosotros con sus donativos y con sus oraciones.

Proyectos… y pequeñas realidades

Unas pocas noticias breves.

1) Hemos dado de beber. ‘Desert Streams’, el colegio que se quemó hace un año (y para el que espero un certificado de actividad ‘pro bono’ para poder empezar un proyecto y construir uno nuevo), llevaba desde el incendio con el colegio desaparecido y sus tanques de agua derretidos.

Eso en Kibera es un problema: el agua es muy cara, especialmente si la compras en garrafas. El cole, que no tiene nada de dinero, se gastaba un buen tanto por ciento en dar de beber a los pequeños.

Desde hace cuatro días es distinto: les hemos comprado un tanque de agua de 10.000 litros que pueden llenar con un camión cisterna, y que les va a mejorar un poco la dura situación.

Niños con clase en la calle: falta el colegio

La congestión de casas es tal que para meterlo en el patio del colegio necesitaron 20 ‘voluntarios’ y pasar el tanque por encima de los techos de las casas, rompiendo unos cuantos de estos. Lo que se viene llamando ‘gastos de transporte’.

El traslado no fue sencillo.
Los profes frente al tanque

2) Quiero recordaros que Plácido, un sastre de Oviedo, quiere rifar un traje a medida para todos aquellos que antes del 1 de mayo donen al menos 20€. Como supondrás, el motivo principal no es el traje, sino ayudar, de modo que si son 20 al mes mucho mejor (aunque no tendrás más papeletas). Es un artista total del corte y confección y los elabora tanto en Oviedo como en Madrid, a donde se traslada cada semana. Elegancia y presencia: eso es el buen vestir.

Plácido explicando su iniciativa en la tele

3) Estoy en unas fantásticas negociaciones con un centro educativo de Madrid que quiere sumarse de un modo oficial a Karibu Sana. Ya daré más datos, pero la ilusión suya (y mía) es enorme, y una relación fluida revertiría en la formación de los alumnos de ese centro y en la posibilidad de recibir educación a un buen número de niños y niñas en Kenia.

4) Algo similar pasa con una fundación, en este caso del País Vasco, que me llamaron el otro día para decirme que querían participar de forma institucional, porque les interesa la infancia. Ya daré más datos.

5) Y los trabajadores de Gilmar (una inmobiliaria madrileña/marbellí) quieren volver a ‘liarla’ y apoyar a Karibu Sana en ‘La Global’, un evento de equitación en el Club de Campo de Madrid. Me encontré el otro día con Ignacio, que está organizando algo muy especial, y el primer fin de semana de Mayo promete. Por cierto: el año pasado había cortador profesional de jamón, ¡y jamón!

6) Alguna persona me ha pedido que escriba un libro sobre Karibu Sana. Es una historia abierta, porque trata de la vida real de un montón de niños, y se trata de una tentación fuerte y grata.

7) Hemos empezado gestiones a buen nivel con unas entidades italianas que podrían aportar mucho para hacer sostenible a Kwetu Home of Peace, el centro para 120 niños de la calle: una granja, un gran gallinero, energía solar, el autobús que tanto necesitan y que todavía no les hemos podido ayudar a conseguir, etc. Agradecería oraciones por esto, porque podría ser un cambio de paradigma económico para ellos.

Mi hermano y mi debilidad…

8) Mandé una carta a 240 personas contándoles las necesidades que tenemos, y cómo varios de los que nos ayudan no habían cambiado a la cuenta corriente de la nueva fundación. La respuesta a esa petición ha sido fantástica. Quizá alguno de vosotros tenga todavia que hacerlo, o se anime a hacerlo: ¡es muy fácil! Y hace una auténtica diferencia. Pulsa el botón DONAR de la página web y en dos minutos lo tendrás terminado.

Gracias por todo. Empuje no nos falta, la labor de la Fundación Promoción Social es fantástica, y el trabajo de los que están en Nairobi (Michael Babu, Luis Borrallo, Sor Caroline, Stephen de Kwetu, Judy y Tobias de Deser Streams) es impresionante. Rezad para que no nos falte nunca la alegría…, ni un montón de ganas.

Javier

Duro, bajito y valiente

Moses Wafula está hecho de roca. Es un chico pequeño de estatura, que tiene ya 14 años. Sus dedos son muy cortos, sus ojos son brillantes, su voz suena cascada. Ha pasado en la calle 5 meses, «dedicado a mendigar y a esnifar pegamento», me dijo. La situación en casa no era buena: su madre, extremadamente pobre y caótica, no lograba fondos para dar de comer a los tres niños. Tampoco para la renta: les solían echar de casa de vez en cuando, y a los 12 Moses se marchó a bucarse la vida, dickensianamente.

Le rescataron en Kwetu. Pasó allí dos años. Era el niño que mejor bailaba, y el más listo, y el más alegre. Una mujer se ofreció a financiarle sus estudios. Pero Moses tiene un punto…, y todavía no sabemos por qué, al empezar el segundo semestre se escapó del colegio y volvió a la calle.

Eso enfadó mucho a Sister Angela: «Le han dado una oportunidad y no la ha querido aprovechar. ¡Tanto el niño como su madre me tienen cansada», me dijo, en los últimos meses que dirigió Kwetu, ya mayor y cansada de sus largos años de esfuerzos por los abandonados.

Yo había visto a Moses bailar. Le había visto sonreir. Le había cogido cariño. En alguna ocasión fui a los parques a buscarle entre los demás niños de la calle. Al final di con él, porque se decidió a volver a Kwetu y pidió que me avisaran. Charlamos, lo acogí bajo el manto de Karibu Sana y empezó a ir a ‘Desert Streams’ (el colegio con el que más colaboramos en Kibera). Allí le trataban con cariño y Judy Oloo, la directora, me aseguró que era el niño más brillante que había visto nunca.

La madre a veces nos mareaba: yo quería haberle dado un préstamo para empezar un negocio, pero ella lo quería para gastarlo. Le pedí que asistiera a un curso de formación, pero no lo hizo. Me llamaba constantemente por teléfono, pidiendo y pidiendo con voz llorosa. Moses mientras tanto estudiaba.

En noviembre llegaron las vacaciones. Moses había teminado 7º con gran éxito. Tenía dos meses por delante, meses en los que la comida de la escuela ya no estaba asegurada. Moses se puso a ayudar en casa: si no lograba unas monedas no podrían comer durante esas semanas. Las vacaciones en Kenia no tienen mucho que ver con el dolce far niente.

Me escribe:

23.02.18

Querido Javier, ¿cómo estás? Recibe calurosos saludos de mi familia y míos. Escribo esta carta para informarte que estoy muy contento porque terminaré mi educación primaria este año y el que viene iré a Secundaria. Te agradezco muchísmo tu apoyo y prometo no defraudarte.

También escribo para informarte sobre algo que ocurrió en las vacaciones de Diciembre. Me pasaron muchas desgracias y por eso me tuve que poner a vender nueces solvestres en las calles de Nairobi. Llevávamos algunos días sin comer, y el que nos alquila la casa amenazó con echar

La carta de Moses

nos  por retrasar el alquiler. Mi madre está sin trabajo y yo vendía las nueces para traer algo de dinero a casa. Con ese dinero comprábamos comida e iba pagando al dueño para reducir un poco la deuda que teníamos.

 

Un día que estaba vendiendo me atrapó la policía del ayuntamiento de Nairobi y me llevaron a un centro social donde me encerraron durante dos meses con otros chicos que solían mendigar. Yo trataba de explicarles la razón por la que vendía las nueces, pero ellos no me dejaban volver a casa. Me pidieron el teléfono de mi madre, pero cada vez que llamaban la llamada no llegaba. entonces me di cuenta de que mi madre había perdido su teléfono y que había conseguido otro número que yo no conocía.

Yo no podía hacer nada, de modo que esperé que los policías hicieran algo para aclarar mi historia. Les repetía que se suponía que esos días yo empezaba 8º curso pero ellos me contaba que necesitaban que viniera mi madre a explicar por qué motivo me encontraba yo vendiendo nueces en la calle cuando se suponía que yo debía estar en casa. Muchos días también me pegaban: así es como tratan a los niños que sacan de la calle.

Por fin un día vino un hombre cuyo trabajo es devolver a los niños a sus casas. Él se encargó de llevarme a casa para poder hablar con mi madre. Yo estaba encantado de abandonar ese lugar, y por fin llegamos a mi hogar. El hombre habló con mamá y encontraron una solución para mí: yo me quedaría con él en su casa para así poder seguir yendo al colegio.

Fuimos al colegio, a Desert Streams, y el hombre habló con Miss Judy y le explicó lo que me había pasado. Estoy muy contento de haber vuelto a clase y prometo que lograré buenas notas para prepararme al examen de final de ciclo. Estoy preparado para enfrentarme a todo esto, porque solo el cielo es el límite.

Gracias de tu amigo Moses Wafula».

Moses (de burdeos) con su hermano y un amigo

14 años. Dos meses en una celda. Nunca sabremos cuántas palizas, ni el hambre, ni el aburrimiento, ni el miedo. Sin comunicarse con su familia, sin juicio, sin nada aparte de la espera. He hablado con Miss Judy para que le apoyemos también en su manutención. Si no lo hacemos, solo tendrá asegurada la comida en los días de colegio. Pero ni Moses, ni nadie, se merece algo así.

Yo estoy convencido de que en unos años veremos a este niño con título universitario. Y nos asombraremos de los milagros que con vuestro apoyo podemos llegar a realizar.