19 cajas, 120 kg y un mural

Las cajas

Hace tres días nos llegó una donación magnífica. Mi amigo Juan C., que es distribuidor de papelería a gran escala, no dudo un segundo en apoyar la iniciativa de Alex y Ana, que han organizado un campamento de verano en Kibera, para los niños y niñas de Desert Streams. Será en agosto y participarán más de 200 pequeños que durante esos días tienen vacaciones. Así aseguramos que hacen cosas divertidas y que comen todos los días al menos dos veces. Se lo van a pasar bomba. Mil gracia<s a Juan C. y a Makro Paper. Eso sí, nos hemos encontrado con 19 cajas que en total pesan 120 kilos. Ahora les queda a Ana y Alex negociar con la aerolínea y con la frontera de Kenia. Pero cualquier lío por esos niños.

Alex desbordado de rotuladores y cartulinas

 

El mural

Y Alfonso está pasando un mes en Kwetu, echando una mano a los niños de la calle. Como sabe pintar, ya ha preparado un primer mural gigante (varias decenas de metros cuadrados) que alegra la gran sala de los que están en la casa grande de Ruai. Colores, árboles y cebras.

Y estamos en la fase final de una convocatoria de ayudas. Hay seis proyectos y seleccionan tres. ¿Será esta la vez? ¡Ojalá!

Un buen tamaño, una gran idea

La petición

No lo olvides: cada persona que animas a colaborar con nosotros es un nuevo niño yendo al colegio y viviendo mejor.

¡Gracias!

Noticias del viaje a Kenia y creatividad para donar

Acogieron y despidieron a su padre

Me recogieron en el aeropuerto Sister Carol y un nutrido grupo de niños de Kwetu Home of Peace. Venían de Ruai, la casa grande, donde ahora mismo están 67 niños rescatados de la calle que van a la escuela.

Autosuficiencia: corte de pelo radical

Tras dormir un rato comenzó el trabajo. Me llevó Sister Carol con una nube de niños (era sábado: sin clases) a ver las instalaciones. En Ruai hemos ayudado mucho desde Karibu Sana. Primero, poniendo dinero para reorganizar las habitaciones y hacerlas mucho más amables. Los dormitorios están ahora organizados siguiendo las edades de los niños (desde los 7 hasta los 16) de forma que estén en grupos coherentes. Cada uno de los dormitorios (unas cuantas literas, además de armarios para las pocas pertenencias de los chicos) ha sido decorado con diferentes colores.

Jugando en la granja de Kwetu
Jugando en la granja

También hemos colaborado en la reparación de los baños. La fosa séptica estaba llena, y mal diseñada, y necesitaban una reparación urgente. Es la primera de mis visitas en que aquello no huele…, y solo eso ha sido maravilloso.

Todo simpatía

Nuestra principal inversión en Ruai es la granja. Tienen terreno, que pertenece a la Archidiócesis, pero estaba mal aprovechado. Además el suelo no es bueno (una tierra negra que es demasiado salada) y la sequía es una amenaza constante. Contratamos a un ingeniero agrónomo (Elphas) y el plan en marcha ya ha conseguido levantar seis invernaderos, están construyendo un nuevo establo para las vacas de leche, han comprado tierra más apta para el cultivo (red soil), se ha instalado un sistema de riego por goteo, se han trasladado unos tanques de agua además de los que compremos, etc. Elphas es eficaz: va consiguiendo ahorrar algo de todas las partidas. Sister Carol, por su parte, lleva un buen control de los dineros de la granja. En principio en septiembre aparecerá la primera cosecha importante de tomates, y ya venden leche al vecindario. El siguiente objetivo es conseguir fondos (no de Karibu Sana) para desalar el agua y usarla ellos y venderla económica a los vecinos. También quieren hacer crecer su dispensario médico: los sueños no faltan.

Elphas y Sister Carol: la granja nos hará sostenibles

Y los niños de Kwetu están que se salen: cariñosos, aplicados en su estudio, con ganas de mejorar su vida. ¿Sabéis que el 100% de los que ayudamos a continuar sus estudios en internados sigue en el colegio? Antes, cuando al acabar en Kwetu volvían a casa, hasta un 70% regresaba a la calle por culpa de la pobreza y violencia estructural en sus familias. Son niños maravillosos y algunos de ellos han estado más de dos años viviendo en la calle, con todo lo que eso supone.

Domingo: a misa entre el barro a las 6,45 am

¿Seguimos ayudándoles?

Eso es lo que piensa mucha gente. Os cuento las últimas donaciones, todas de esta semana (¡lamentablemente no todas las semanas son siempre así!). Ya veréis cómo las donaciones pueden ser creativas.

  • Jaime, de 9 años, pidió por su Primera Comunión dinero para Karibu Sana. La única excepción fue su madrina. El resto de invitados (familiares, amigos…) escucharon su llamada. Nos envía 860 €. Además hizo un día espléndido y él estaba encantado con su traje de marinero y la ocasión de Comulgar dándolo todo.
  • La Compañía de Lucía, ese grupo de teatro amateur que hizo cuatro representaciones pensando en Karibu Sana, nos ha enviado la recaudación. Son todos estudiantes, becarios en sus primeros trabajos con sueldos de becarios, soñadores…, y nos han enviado 1.500€: ¡qué generosos!
  • Un sacerdote del País Vasco se va a marchar de misionero a un país de África que no es Kenia. Escuchó a Sister Carol hace dos semanas hablando de Kwetu y nos ha enviado 500€ para colaborar con estos niños de la calle.
  • Un colegio de Asturias, Peñamayor, decidió que lo que recolectaran por bebidas y comidas en su Fiesta de Fin de Curso vendría para Nairobi. Nos envían 680 euros.
  • Una particular me dio dinero para el viaje. Se ha transformado en zapatos, mochilas, botas de agua, sonrisas… y ahorro para seguir pagando colegios. Fueron 1.000€.
  • Me acaba de comunicar una familia que nos hacen su aportación anual de 300€, ganada con el sudor de sus pleitos pues tanto ella como él son abogados.
  • Mi amigo Rafa ha organizado un Concurso de Paellas Solidario en Vallecas. Tiene lugar mañana. Lo que recauden será para Karibu Sana. Además nos pondremos ‘morados’ en esa competición de arroces (prometo no cocinar…).
  • He ido a ver a mi médico de cabecera y se ha quedado con una tarjeta de Karibu Sana…
  • Sobre todo, vuestras aportaciones mensuales, nos sirven para que nuestros 153 alumnos y alumnas puedan seguir yendo a clase. En el viaje he visto a muchos que han estado ya tres años con nosotros: no solo han dado el estirón, sino que realmente hemos hecho una diferencia maravillosa en sus vidas. ¡Y nos queda tanto por hacer! Estos niños, que parecían estar a la espalda del mundo, gracias a ti tienen buenas razones para la esperanza.

La semana que viene cuento más.

Cuando te regalan 67 pares de botas de agua…

Teatro para Karibu Sana

Marta y Tomás son amigos míos. Además son jóvenes, creativos, lanzados, encantadores… Y dirigen un grupo de teatro: ‘La Compañía de Lucía‘.

Este año, a falta de una, han decidido preparar dos obras. Por un lado, ‘Los árboles mueren de pie’, de Alejandro Casona, que dirige (con energía) Marta (días 10, 11 y 12 de mayo). Por otro, ‘La sorpresa’, de Chesterton, esta vez dirigida por Tomás (días 17, 18 y 19 de mayo).

Las van a representar en la Sala de Teatro ‘Arapiles 16’, de Madrid, un espacio perfecto por medios, ambiente y comodidad. Y las funciones van a ser benéficas: lo que saquen por las entradas, cubiertos los costes de producción, irá para ‘Red Madre’ (una iniciativa preciosa de cuidado de madres y bebés en peligro de exclusión) y Karibu Sana. La Sala de Teatro Arapiles 16 colabora dejándoles el teatro sin costo alguno.

Marta Páramo, que dirige ‘Los árboles mueren de pié’

Os encantarán las obras, disfrutaréis de la juventud y profesionalidad de los actores, y daréis un empujón a niños necesitados de Madrid y de Nairobi. Por supuesto, a través de la web de Karibu Sana, cabe también participar desde la Fila 0. Ojalá puedas venir.

Formas de hacer voluntariado en Kenia

Una la ofrecía Javier, con su dulce voz de niño de 9 años sonando al otro lado del teléfono: «Quiero ayudar a Karibu Sana, pero tendrás que esperar un poco. Hasta la segunda semana de mayo no hago mi Primera Comunión. Pero cuenta con mis regalos. ¿Vale?».

Otra llegaba de un antiguo alumno y de su novia. Ella becaria de doctorado en una universidad, él abriéndose paso en las procelosas empresas de consultoría, han decidido dejar parte de sus todavía magros sueldos en cuidar de los estudios de una niña en los slums de Nairobi.

Y otra de una persona que me contaba con congoja que acababan de vender una casita de campo (el ‘chalet en la sierra’), donde había disfrutado tanto viendo crecer a sus hijos, y había decidido desviar una parte de lo obtenido para cubrir el esfuerzo de educar a un amplio número de pequeños: «Me gusta la idea de que el lugar que hizo tan feliz a mis hijos pueda ahora hacer feliz a otros niños», decía en su carta.

Damian, de Kwetu

Algo similar ha sucedido con unos cuantos amigos que se han decidido a regalarme por mi cumpleaños lo que pudieran rascar de sus bolsillos. O con ese matrimonio que ya se encargaba de dos niños y han decidido hacer un esfuerzo para acoger a un tercero.

Todo son maravillosas formas de voluntariado en Kenia.

152 veces 1, y una sorpresa

Pedí a Michael Babu que me mandara la lista actualizada de niños y niñas a los que llevamos al colegio, pues andaba un poco perdido. Lo hizo, como siempre, con atención al detalle, y nos salen estas cifras (que me dan un escalofrío de responsabilidad).

152 veces 1: ¡vaya bendición!

Llevamos al colegio a 122 niños y niñas que viven con sus padres. De estos, son 25 los que van a boarding schools, internados. Como ya he contado varias veces, ir a un internado conlleva que les sacamos del slum (chabolas), y por primera vez en su vida viven en una habitación decente. Además se aseguran ambiente de estudio, luz eléctrica, seguridad (especialmente las chicas), tres comidas al día, amigos… Cada uno de ellos viene a necesitar unos 900 euros al año. No es mucho, pero para 25 ya es una cifra respetable. Los otros 97 van a escuelas de día y viven con sus familias en el slum o en el campo. Según vayan llegando a la adolescencia irán pidiendo, y necesitando, el paso a boarding school.

Tenemos también a 30 que provienen de Kwetu Home of Peace, la iniciativa que rescata y reinserta niños de la calle. Hace 18 meses me comentó la directora, Sister Carol, que habían descubierto que en torno a un 70% de los que acababan el programa volvían a la calle. La razón, que en sus familias seguía el mismo ambiente de violencia o de hambre. Entonces no ayudábamos a ninguno de esos niños. Ahora son un número elevado, todos en boarding school. Con esfuerzo (hemos vuelto a tener que rescatar a 3 de ellos), el 100% de los que llevamos al colegio siguen educándose y no en la calle. Ahora bien, el número de los que terminan en Kwetu cada año ronda los 20/30 muchachos: nos queda mucho margen de cosas por hacer.

¿La sorpresa? Acabo de terminar la redacción de un libro sobre los orígenes de Karibu Sana. Creo que ha quedado muy bien. Lo mismo me dicen las pocas personas que lo ha leído. Quiero que todo lo que se pueda sacar de él vaya destinado al proyecto. Aunque es un proceso todavía en camino, sé que encontraremos editorial: un agente literario –Marta– me ayuda en ello. Iré contando.

Y mi querida amiga Carmela me regaló una caja de moscovitas de Oviedo: los tomaré a la salud de Karibu Sana, de estos 152, de todos vosotros.

Los ‘moscovitas’, que vinieron acompañado de un poema

¡Nos lanzamos!

Nos han mandado un presupuesto desde Kwetu Home of Peace, la casa de rescate de niños de la calle, y nos lanzamos a empujar tres cosas:

1– El pago por adecentar las habitaciones de los niños, organizados ahora por edad, con armarios, camas, sábanas y ropa nueva.

La granja con nuestros ingenieros

2– El pago por poner en marcha una granja: riego por goteo, tanques de agua (aquí les ayuda también el gobierno de Eslovaquia), invernaderos, semillas, traslado de las vacas a nuevo establo, compra e instalación de un montón de gallinas. Con eso conseguirán reducir muchísimo el gasto en compra de comidas, vender los excedentes en los mercados de Nairobi, sacar dinero para pagar a profesores, psicólogos y trabajadores sociales. Un ‘win–win’.

3– La transformación de un vehículo de gasolina a diesel y la compra de una furgoneta grande para evitar que los niños tengan que andar 10/15/20 km para ir y volver del colegio.

Y lo podemos hacer gracias a las donaciones que nos han ido haciendo particulares y algunas empresas, que quieren y saben sacar un sentido social a su dinero.

Michael Babu, Karibu Sana en Nairobi

PD: Hoy me ha llegado una petición urgente de Michael Babu. Me escribía desde Nairobi: «he recibido dos llamadas urgentes de ayuda de gente que está muriendo de hambre en Kenia y Mozambique. Ambas son de gente que conozco. Estoy intentando conseguir algunas donaciones y no sé, Javier, si os sería posible conseguir alguien que nos dé 300/500 euros. Con ellos compraré comida y se la mandaría a ellos y a sus familias. También estoy buscando dinero en la Universidad de Strathmore». Le he dicho que, sin duda, puede contar con nosotros. Michael tiene todas las garantías de que esta ayuda (como siempre en Karibu Sana) llegará a destino: él es el representante de Karibu Sana en Nairobi.

Despertar a la realidad

Esa es la expresión que más me gusta usar para describir la razón de ser de Karibu Sana: uno despierta a la realidad cuando cae en la cuenta de que tiene ante sí no a un ‘pobre’ o a un ‘niño’ o a ‘alguien de África’, sino a Víctor, Barbra, Esther o Michael. Es decir, despertar a la realidad es descubrir el carácter irrepetible de cada persona. Con ese descubrimiento aparece la decisión de ayudarle.

Las pasadas semanas he estado dando unas clases de Antropología Filosófica en el curso Young Civic Leaders de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno. Los alumnos era un grupo de 34 jóvenes profesionales (chicos y chicas) que quieren formarse en liderazgo cívico. Para mí ha sido una gran ocasión de conocer a gente muy inquieta y valiosa, y de volver a dar clases. Lo he pasado muy bien.

Visual Thinking para Karibu Sana

Esther García, una de mis alumnas, es experta en visual thinking, es decir, pensamiento visual (aunque ahora lo digamos todo en inglés). Desde el primer día ha tomado apuntes de mis lecciones por medio de dibujos. Os pongo aquí la última clase. No hay palabras, porque las imágenes casi bastan. Espero poder grabar estas sesiones en breve: avisaré. En esta última clase el tema era ese: despertar a la realidad. Y lo exponía a través de mi propia experiencia biográfica, aquella en la que el encuentro con un niño, Víctor, hizo que yo dejara de ver ‘niños pobres’ para pasar a preocuparme por Víctor, y que hizo que Víctor dejara de ver a un ‘musungu’ (blanco) para tener un amigo, Javier.

Adjunto otro vídeo. Está en kiswahili y es una entrevista en la televisión a Sister Carol en la que explica Kwetu. Otra vez, no hace falta entender las palabras: las imágenes hablan solas.

¡Valiente Sister Carol!

Sister Carol es la monja de las Sisters of Maria Immaculate of Eldoret (¡casi nada!) que se encarga de Kwetu Home of Peace. ¡Es una mujer muy valiente! ¡Y quiere un montón a cada uno de esos niños (a veces más de 100) que son invisibles para el resto de la humanidad porque viven en la calle, porque Kenia está muy lejos, porque andan entre basuras y drogas, porque parece que tendrían que dar miedo cuando en realidad son fantásticos! ¡Y reza sin parar, por ellos y por conseguir los medios para la labor que tiene entre sus manos!

Y ahí entramos nosotros, Karibu Sana.

Las nuevas literas de colores
Mola el rojo con azul

En las fotos os muestro cómo han quedado las habitaciones de Ruai, la casa principal (main house) donde tiene entre 70 y 100 niños, cada uno durante dos años, retomando la escuela y tratando de ganar la normalidad. Karibu Sana nos hemos encargado de revestir las camas (aunque no de elegir los colores) que se han colocado en habitaciones por edades, para crear un ambiente agradable y seguro para todos ellos.

Un color más de sabana

Además nos vamos a lanzar a por la granja que les ayudaría tanto a ser sostenibles. La primera etapa consistirá en la compra de 4 tanques gigantes de agua con la que puedan aplicar un riego gota a gota en una zona en general seca. Han reparado tres invernaderos y vamos (me encanta decirlo en plural, porque Karibu Sana es Kwetu) a plantar frutales (mangos) y cebollas, además de hacernos con más de cien gallinas. ¡Será im–presionante!

Esto es la main house

Y Sister Carol seguirá urgiéndonos con su sonrisa. En pocos días meterán a otros 20 niños rescatados de la calle. Hemos hablado esta mañana a través de WhatsApp. Me decía: «Hoy paseaba por allí, entre ellos, y me han rodeado y no dejaban de preguntarme cuándo podrían venir». Nosotros, tú y yo, desde Karibu Sana haremos todo lo posible para que eso sea cuanto antes.

Stephen con nuestro ingeniero agrónomo

También me ha contado que ayer rescató a William. Es un antiguo niño de Kwetu que volvió a su casa y luego volvió a la calle porque los problemas en casa seguían. Me he ofrecido a ayudar: la idea de Karibu Sana es estar allí para mandar a todos los que podamos a colegios internos para que no vuelvan a necesitar escapar de circunstancias difíciles. Lo emocionante es que cada uno supone por lo menos 900 euros por curso. ¡Tendrás que ayudarme a que crezca Karibu Sana!

Bailar para coordinar

Un breve vídeo, entrañable, de los niños de Desert Streams cantando y bailando una canción de parvulario para descubrir (creo) dónde están sus rodillas.

Bailar para coordinar

Los niños están en una semana de vacaciones. Tenemos dos habitaciones (niños y niñas) llenas de aquellos que necesitaban más protección. Seguimos colaborando con Kwetu Home of Peace y los niños de la calle. En Madrid, una conversación más con una excelente Fundación que en breve se reúne para ver cómo puede colaborar con nosotros. Niñas de 6º de Educación Primaria de un colegio que se alían para financiar los estudios de dos niñas. Una donación que llega desde Oviedo. Niñas de otro colegio, de 5º que convocan un cumpleaños pidiendo para Karibu Sana.

¡Vamos bailando!


Felicidad asturiana

El domingo fui a Gijón. Cené cachopo en casa de María y Nano. Al día siguiente María me acercó a Peñamayor, el colegio de sus tres hijos (Lola, Graciela y Fernando, que es todo un torete de tres años).

Peñamayor me preparó unas sesiones con sus alumnas. Me ofrecí a ‘darlo todo’ y me tomaron la palabra: tuve 6 grupos, una hora cada uno, desde 1º de Primaria (6 años) hasta 1º de bachillerato (16/17).

Hablando de los Masai

Me resultó apasionante. Primero, por tener que adaptar los discursos a las edades: dependiendo de los cursos me podía centrar en unas cosas (animales, niños y juegos) o en otras (necesidades y pobreza). Disfruté con las preguntas de las pequeñas, que aprovechaban para ir narrando sus vidas («Pues mi tía, que es enfermera, estuvo en África», «Pues a mi no me gusta la verdura»…). Y con las de las más mayores («¿Cómo se puede ayudar?», ¿Por qué hay tanta pobreza?».

Les invité a ‘abrir los ojos’

Como siempre, el mensaje a transmitir era positivo.

1º) Que diéramos siempre gracias (a los padres, al colegio, a Dios) por la suerte que habíamos tenido;

2º) Que pensaran que realmente podían ayudar: cumpliendo con sus obligaciones, sonriendo, entregando parte de su tiempo;

3º) Que si querían, podían también ayudar a los más necesitados, a través de Karibu Sana o donde quisieran, con la condición de que fuera fruto de su esfuerzo personal: «queda con tu madre en recibir un dinero a cambio de un servicio durante el mes para mandarlo a África»; «recorta en ese capricho (chuches, la enésima camiseta de Bershka…) y con eso cubre la educación de un niño»…

Así pudimos lograr otro de los fines de Karibu Sana: su dimensión educativa entre los niños de España.

Me dijeron las profesoras que les gustó mucho, a ellas y a las niñas. Para mí fue realmente un día feliz