Ha pasado tiempo desde mi última entrada en este diario. Eso señala normalidad: niños y niñas que van a clase en Kenia, gente generosa que cada mes hace una aportación recurrente al Proyecto Karibu Sana, personas que trabajan en la Fundación Promoción Social, o en Strathmore University, o en Kwetu Home of Peace, Dorothea Rescue Centre, Desert Streams School, Transform School of Kibera, etc.
Tampoco hemos parado las gestiones para conseguir donantes que se apunten a esta hermosa batalla por la educación de los niños olvidados. Y en estas últimas semanas han salido adelante algunos objetivos impresionantes.
Legamar International School

Uno de los que más me gusta es el del Legamar International School, un colegio cercano a Leganés (Madrid) que poco a poco ha ido cogiendo cariño a Karibu Sana y lo está mostrando con hechos. Yo he ido a visitarlo en tres ocasiones. En dos de ellas he podido contar lo que hacemos a diversos grupos de 50 u 80 alumnos (niños y niñas) cada uno. Estudiantes realmente interesados, que sabían escuchar, que se asombraron mientras aprendían. Ya dije que un grupo de bachillerato, a raíz de mi intervención, organizó una venta de chocolate para beber y que nos donó lo que recaudaron.
Ahora ha sido el Departamento de Lengua Española el que se ha volcado. Cada año, en torno al Día del Libro, organizan una feria del libro en Legamar. El alumnado tiene la posibilidad de traer libros que ya haya leído y de venderlos. Cada año apoyan una causa y en esta ocasión hemos sido nosotros. Vendieron (¡y compraron!, porque la feria es entre ellos) más de 500 volúmenes, a dos euros cada ejemplar, y hoy me han hecho entrega (en perfecto metálico: las monedas pesan varios kilos) de 1.170 euros con los que vamos a poder educar a seis niños que vivan con sus padres durante un año.
Hemos recibido también una generosa donación de un particular, estamos a la espera de otra para afrontar el pago de unos pozos, y algunas personas más han comenzado a cooperar cada mes con distintas cantidades. Además, va avanzando el proyecto con las niñas rescatadas de la calle por Dorothea Rescue Centre.
Los planes de Samuel

Hablé hace poco, a través de WhatsApp, con Samuel Omondi. Le conocí en 2016, cuando ya llevaba ocho meses viviendo en la calle. Le pude convencer para que se uniera a Kwetu Home of Peace, como niño rescatado de la calle, pero al poco de irme yo de Kenia (enero de 2017) Samuel se escapó porque se le hacía muy duro ir andando a un colegio que estaba a casi diez kilómetros de Kwetu. Una amiga se lo encontró cuatro años más tarde y le animó a retomar el contacto con nosotros: había estado en la calle y en ese momento malvivía en un slum o barrio de chabolas.

Samuel lo hizo, y rápidamente le pude convencer para que retomara su educación. A pesar de los cuatro o cinco años de diferencia con sus compañeros de clase, esta vez perseveró en su empeño de educarse. En unas semanas, ya con 20 años de edad, terminará la Secundaria y hará el equivalente a la PAU o Selectividad.
Aunque estudia en Eldoret, cuando tiene vacaciones se acerca a Kisumu (a 500 km de Nairobi), donde creció, y pasa los días con sus antiguos compañeros de la calle. Aprovecha ese tiempo para animarles a una vida mejor. También se ha apuntado a un grupo de apoyo a niños de la calle que hayan sufrido abusos sexuales. Su idea, si la media no lo impide (y espero que no lo haga), es estudiar derecho. Además de muy bueno, es un chico muy inteligente.
Sería un logro impresionante.

