A por Kwetu

Compartir en facebook
Facebook
Compartir en twitter
Twitter
Compartir en linkedin
LinkedIn
Solo estuvo una semana en la calle

Recién llegado a Nairobi, venciendo el sueño de casi 20 horas de viaje, me acerco a Kwetu. Hace dos semanas se incorporó el último grupo, de 20 niños, todos simpatiquísimos.

Saludo a Joseph. Me sonríe con unos dientes casi tan torcidos como los míos. Le pregunto y me cuenta. Se escapó de casa porque su tío le pegaba cada tarde. Huérfano de padre, una madre que depende de su hermano, un tío cruel (o al menos eso experimentaba el niño). Ha vivido 5 meses en la calle. Allí, desde el principio, ha usado pegamento para evadirse. Lleva 15 días en Kwetu y ya le ha cambiado la perspectiva. Le queda toda una vida por delante para la que va a necesitar de nuestra pequeña ayuda.

Joseph, que te saluda

También me encuntro con Brian, un viejo conocido de mis ateriores viajes, que terminó su estancia en Ketu hace unos meses, fue a un internado en la lejana Kitui, y no le gustó nada, por lo que al inicio del nuevo semestre decidió no volver. Fueron de Kwetu a buscarle a su casa, lleva aquí una semana y en breve se incorporará a un colegio nuevo. Me ha preguntado sobre todo por mi hermano Gabriel, que les visitó hace unos meses, y que le dejó fascinado por su barba y pelo largo, y quizá por su modo de hablar inglés…

Brian, segunda oportunidad

Y otros 19, cada uno con su pequeña historia muy repetida. Alguno con una experiencia en la calle de apenas una semana (¡gracias a Dios!), otros con meses o incluso años. El más pequeño tiene ocho años, es un enano que no levanta cuatro palmos del suelo, y sonríe todo el rato con ganas de jugar.

¿Su futuro? Dos años en Kwetu, de ellos cuatro meses en este centro de Madaraka y el resto en Ruai, la casa grande, yendo a la escuela. ¿Y luego? Si les ayudamos con nuestros medios económicos a que se pueda pagar la escolaridad en un internado, se educarán. En caso contrario, en caso de que acaben volviendo a sus pobres casas, es casi seguro que volverán a la calle. O al menos eso es lo que pasa.

Jugar en vez de sobrevivir

Hoy me reuno con Sister Carol. Vamos a entrarle de cara a los problemas de Kwetu porque la vida de todos estos niños se merece una gran oportunidad. Y nosotros (tú y yo) podemos conseguir gente que colabore en que lo logremos.

En tres meses, volverán a la escuela

 

Compartir en facebook
Facebook
Compartir en twitter
Twitter
Compartir en linkedin
LinkedIn
Otras historias del Diario

La victoria de Lameck

En la universidad medieval, cada vez que un alumno terminaba su grado se consideraba una victoria. Y si era el primero de una región el que lo lograba, su universidad pintaba un ‘Victor’ en una pared del claustro, registrando su nombre y la fecha de la victoria. Así nos ha pasado hace poco con Bossvill,

Seguir leyendo >>

Bossvil termina la universidad

Me manda Phyllis, madre de Bossvill, un WhatsApp con la feliz noticia: su hijo acaba de terminar el grado universitario que estaba haciendo en Strathmore University. Y lo ha hecho siendo el primero de la clase. Es otro de los beneficiarios de Karibu Sana que ha logrado este hito. Yo les conocí en noviembre de

Seguir leyendo >>

La capacidad de dar

Ha pasado tiempo desde mi última entrada en este diario. Eso señala normalidad: niños y niñas que van a clase en Kenia, gente generosa que cada mes hace una aportación recurrente al Proyecto Karibu Sana, personas que trabajan en la Fundación Promoción Social, o en Strathmore University, o en Kwetu Home of Peace, Dorothea Rescue

Seguir leyendo >>

Samuel estudiando en su habitación en Kwetu.

Recibe el Diario de Karibu Sana en tu mail